La clase invertida como una didáctica factible

Uriel Carrillo

Los avances tecnológicos, así como la creciente cantidad de personas que tienen acceso a ellos, han hecho posible que la interacción en muchos ámbitos de las actividades humanas sea diferente a la acostumbrada en décadas anteriores. El aula, el centro de la educación formal por excelencia, no ha sido ajena a este fenómeno.

En tal contexto surge la clase o aula invertida (flipped classroom). Como otros enfoques, este busca resolver necesidades específicas tanto de los docentes como las de los alumnos en el ámbito escolar. En el modelo pedagógico toman papel activo las competencias digitales (e-skills) que se promueven para el uso creativo, eficiente, crítico y, sobre todo, seguro de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), con una influencia positiva en el ámbito educativo.

De acuerdo con Jean-Charles Cailliez (2017), el antecedente de este modelo es el método de instrucción entre pares, desarrollado en la década del noventa del siglo pasado por Éric Mazur, docente de física aplicada en la Universidad de Harvard.

¿En qué consiste exactamente?
El enfoque de la clase invertida surge de una necesidad concreta: la de ayudar a aquellos estudiantes que presentan rezago o dificultades asociadas con situaciones más allá del aula, principalmente ausentismo.

Según Alba García Barrera, “el término flipped classroom fue acuñado por Jonathan Bergmann y Aaron Sams, dos profesores que empezaron a grabar y distribuir videos de sus lecciones para ayudar a aquellos de sus alumnos que faltaban a clase por cualquier motivo” (García, 2013). Al realizar esta actividad, Bergmann y Sams, maestros de química en Woodland Park High School, en Woodland Park Colorado, se dieron cuenta de que, además de facilitar el aprendizaje de los alumnos en cuestión, tenían más tiempo para responder a las necesidades educativas de cada estudiante, lo que los condujo a elaborar la propuesta.

Características
La clase invertida es un modelo de enseñanza que propone la revisión de contenidos e información fuera del salón de clases. Uno de los aspectos a considerar es que se trata de un método que permite liberar tiempo en el aula con el fin de que los alumnos participen más.

Se trata, como comenta Raúl Santiago (2019), de un enfoque integral que combina la instrucción directa con métodos constructivistas, el cual requiere de un creciente compromiso por parte de los estudiantes para la mejora de la comprensión conceptual.

El autor destaca los siguientes beneficios:

  • Permite a los docentes dedicar más tiempo a la atención a la diversidad.
  • Los profesores pueden compartir información y conocimientos entre sí y con el alumnado, las familias y la comunidad.
  • Los estudiantes tienen la oportunidad de acceder cuantas veces juzguen conveniente a los mejores contenidos generados o facilitados por sus profesores.
  • Crea un ambiente colaborativo en el aula.
  • Involucra a las familias desde el inicio del proceso de aprendizaje (Santiago, 2019).

¿Cómo funciona?
En internet se pueden encontrar sugerencias para la preparación de una clase invertida. Es importante señalar que el eje organizativo de todas se centra en dos momentos: trabajo extra clase y trabajo en clase.

La preparación y presentación de materiales, identificación del objetivo de aprendizaje, asignación de la actividad, e incluso el espacio donde se realizará, tienen lugar en el trabajo extra clase.

En esta primera etapa, el alumno consulta el material que le proporciona el docente (un video preparado ex professo, un audio, un sitio de internet o un documento impreso, por ejemplo) e investiga los contenidos indicados para realizar la actividad. Una manera de dar a ésta una estructura más compleja consiste en asignar previamente un espacio donde se realice la actividad extra clase: ir a un museo, a un parque o a una biblioteca, por ejemplo.

Por último, el afianzamiento del aprendizaje y la evaluación —coevaluación, autoevaluación, evaluación sumativa— se realizan en el aula, permitiendo que los alumnos expongan dudas concretas y mejor estructuradas para lograr el objetivo propuesto en la actividad y, de ser considerados viables los resultados, se puede profundizar en los conceptos clave y realizar aplicaciones prácticas.

Referencias
GARCÍA Barrera, Alba (2013) “El aula inversa: cambiando la respuesta a las necesidades de los estudiantes”. Avances en Supervisión Educativa 19 (diciembre) (en línea).
CAILLIEZ, Jean-Charles y Charles Henin (2017). “La classe renversée… kezako?”. En La classe renversée. L’Innovation pédagogique par le changement de posture. París: Éditions Ellipses, 27-30.
SANTIAGO, Raúl (2019). “El Flipped Classroom, la mejor manera de aprender”. La Reina Roja, julio 18 (en línea).

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