Capítulo 1

1.1 Acceso a la educación obligatoria

Una primera condición primordial para el ejercicio del derecho a la educación es que todas las NNA, independientemente de su origen, lugar de residencia o condición social, accedan a la escuela y asistan a ella de forma regular. De acuerdo con datos de la Encuesta Intercensal del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2015 el mayor avance se percibió entre la población de 6 a 11 años de edad, cuya tasa de asistencia a la escuela fue de 97.7%; seguida por la del grupo de edad de 12 a 14 años, con 93.3%; mientras que 63% de los niños de 3 a 5 y casi tres cuartas partes de los de 15 a 17 (73.2%) también asistían a la escuela (tabla 1.2).

Tabla 1.2 Tasa de asistencia escolar de la población total y de la población con el antecedente para cursar la educación secundaria, media superior y superior por subpoblación seleccionada según grupo de edad (2015)

La asistencia a la educación primaria de los NNA de 6 a 11 años es de alrededor de 98%, apreciándose una inasistencia importante entre quienes tienen alguna discapacidad, cuya tasa de asistencia es de 88.7%. Esta situación se agudiza en las subpoblaciones infantiles en condiciones de vulnerabilidad social. Por ejemplo, las tasas de asistencia escolar de la población indígena y hablante de lengua indígena (HLI) de 12 a 14 años fueron de 89.8 y 86.8%, cifras menores comparadas con la correspondiente a la de la población no indígena (93.8%).

A partir de los 12 años, la tasa de asistencia disminuye con la edad, lo que es más notorio entre la población en condiciones de vulnerabilidad. De este modo, si se trata de NNA en pobreza extrema, su tasa de asistencia pasa de 77.5% para aquellos de 12 a 14 años, a 48.4% para los de 15 a 17 años. En el caso de las NNA de localidades rurales la asistencia decrece de 90.4% en el grupo de 12 a 14, a 63.2% en el de 15 a 17 años.

La situación ideal es cursar oportunamente los niveles educativos obligatorios iniciales y egresar a las edades esperadas para seguir con los estudios. Independientemente de la condición de vulnerabilidad, aquellos estudiantes que finalizan en la edad prescrita un nivel educativo tienen mayores probabilidades de continuar su escolarización obligatoria en el siguiente nivel. Por ejemplo, mientras que sólo 48.4% de la población de 15 a 17 años en pobreza extrema asistió a la EMS, esta cifra se eleva a 65.7% entre aquellos adolescentes y jóvenes de este mismo grupo de edad y en la misma situación de pobreza, pero que terminaron la secundaria. Además, los costos de oportunidad aumentan con la edad. Esto es patente entre los jóvenes de 18 a 24 años, cuya asistencia a la escuela decrece de forma importante: menos de la tercera parte de ellos asiste a la escuela, aunque continúan más su escolarización (53.4%) aquellos que no son pobres ni experimentan vulnerabilidad social alguna (tabla 1.2).

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