Capítulo 2

2.1 Infraestructura escolar

La infraestructura física educativa (INFE) es un componente clave del Sistema Educativo Nacional (SEN) y un factor fundamental para el desarrollo de las comunidades escolares; de acuerdo con la evidencia disponible, influye positivamente en la motivación de los estudiantes, en la mejora de sus prácticas de higiene y en su salud; asimismo, incrementa sus niveles de asistencia y seguridad, lo que en conjunto repercute en su logro académico. Los espacios escolares en buenas condiciones también fortalecen la satisfacción laboral de maestros y directores, propician el desarrollo de mejores procesos de enseñanza-aprendizaje y fungen como centros de apoyo comunitario.

El desarrollo de la INFE, no obstante, es deficiente e inadecuado en el país, situación que menoscaba los principios fundamentales que suponen el derecho a una educación de calidad y obstaculiza la entrega de servicios universales, equitativos y suficientes.

En la actualidad, la mayoría de las escuelas de educación básica tiene carencias de INFE. Del total de escuelas diagnosticadas por el Instituto Nacional de la Infraestructura Física Educativa (INIFED, 2015), 31% presenta daño estructural (es decir, hay una combinación de factores que determina el inicio o la ocurrencia de un modo de comportamiento inaceptable de la construcción) y 33% funciona con alguna estructura atípica (entendida como aquella que no cumple con la normatividad del INIFED). Asimismo, 55% presenta carencias de accesibilidad y 69%, de servicios de internet. Sin embargo, el cumplimiento de las condiciones mínimas que debe satisfacer la INFE no sólo depende de las mejoras directas realizadas a las instalaciones educativas, sino también de las localidades donde se ubican estas escuelas: 45% carece de drenaje, 23% no tiene red de agua potable y 3% no tiene energía eléctrica.

El estado de la infraestructura es crítico en escuelas ubicadas en municipios con alto rezago social y localidades rurales. Las desventajas son mayores en materia de acceso a agua potable para estas últimas, ya que 33% de esas escuelas no tiene red de agua potable, mientras que en el ámbito urbano esto ocurre sólo con 6%. En cuanto al drenaje, de manera respectiva no cuentan con el servicio 72 y 16%. Disparidades similares se observan entre las escuelas de municipios con rezago social bajo y muy bajo, así como alto y muy alto, donde las diferencias en las carencias de rubros como agua (13 y 41%), drenaje (33 y 78%) e internet (56 y 87%) son importantes.

También se identifican diferencias relevantes entre los estados, según su nivel de rezago social: Guerrero y Oaxaca presentan el índice más alto, en contraste con Coahuila y Nuevo León. Entre éstos, las diferencias en servicios básicos son sustanciales y se observan principalmente en drenaje y agua potable, así como en materia de accesibilidad e internet.

Las escuelas generales, en contraste con las comunitarias e indígenas, tienen un menor número de carencias de INFE en todos los niveles educativos. Así, por ejemplo, en preescolar más de la mitad de las escuelas comunitarias (54%) y casi 4 de cada 10 indígenas (37%) operan con estructuras atípicas, frente a 3 de cada 10 escuelas generales (28%). En primaria, 1 escuela general de cada 5 (21%) no tiene acceso a la red de agua potable, problema que alcanza a la mitad (59%) de las comunitarias y a 2 de cada 5 (43%) indígenas (INIFED, 2015).

En secundaria, mientras sólo 8% de las generales presenta esta carencia, no existe acceso a agua potable en 29% de las telesecundarias ni en 54% de las comunitarias. En primaria, 52% de las generales tiene problemas de accesibilidad, en comparación con 80% de las indígenas y 93% de las comunitarias; en tanto que, 62% de las telesecundarias se encuentra en esta situación, frente a 40% de las secundarias generales.

En suma, las carencias en infraestructura impactan negativamente a una gran cantidad de escuelas, estudiantes y docentes de la educación básica. Se observa que 29% de las escuelas presenta problemas estructurales y alguna otra carencia, en tanto que 2% tiene daño estructural pero no reporta otras carencias. Por otra parte, aunque 66% de las escuelas no tiene daño estructural, sí presenta al menos una carencia de otro tipo. Sólo 3% de las escuelas de educación básica no tiene carencia alguna. En consecuencia, 17 099 241 estudiantes y 761 265 docentes asisten a escuelas de educación básica con ciertas carencias.

Con respecto a la EMS, los telebachilleratos comunitarios (TBC) y estatales (TBE) presentan serios problemas de INFE. Cuatro de cada diez planteles de EMS no cuentan con bibliotecas (41%). Los menos favorecidos son los TBC (85%), seguidos de los TBE (84%) y los de Educación Media Superior a Distancia (EMSAD) (61%). Aunque 29.4% de los planteles de EMS no tiene aulas de cómputo, la proporción aumenta sustancialmente en los TBC y TBE (85% y 54%, respectivamente). Otras carencias importantes son los salones y los laboratorios de ciencias: a 2% de los planteles le hace falta algún salón, lo que ocurre con 8% de los TBC. Asimismo, mientras a nivel nacional 49% de los planteles carece de laboratorios, casi el total de los TBC (99%) presenta este problema (INEE, 2018a).

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