Bajo crecimiento económico, desigualdad y pobreza
El SEN opera en un contexto caracterizado por una gran desigualdad de ingresos y de bienestar social, tanto entre personas como entre regiones y entidades federativas, lo cual está íntimamente ligado con el entorno económico del país. Diversos estudios sugieren que la desigualdad es actualmente extrema; por ejemplo, en 2012 las familias más ricas de México —en el decil más alto— concentraban 62% del Ingreso Corriente Total (ICT), mientras que las familias del decil más bajo poseían tan sólo 0.4% del ICT (Del Castillo, 2015). Las desigualdades en el país no se han logrado revertir a pesar de las diversas políticas de compensación social, y el crecimiento no ha sido suficientemente incluyente para lograr mejores condiciones de vida para muchas familias mexicanas. Es más, las desigualdades se acentúan entre regiones del país, por ejemplo, entre el norte-centro, abocado a una economía de servicios, y el sur, con una economía más tradicional y menos productiva. De esta forma, México es actualmente, junto con Chile y Turquía, uno de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) más desiguales (OCDE, 2016a).
Según datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) (tabla 1.1), en 2016 la población en el quintil de ingresos más bajo tuvo un ingreso promedio mensual de 825 pesos por persona; éste representó apenas 7% del ingreso promedio de aquellos en el quintil más alto, que es de 10 542 pesos. La diferencia entre el ingreso promedio de la población en los quintiles II, III y IV es de alrededor de mil pesos, pero la brecha se amplía al comparar los ingresos de los más ricos con el resto de la población: existe una diferencia de casi siete mil pesos entre el ingreso de las personas en los quintiles IV y V. Estas marcadas diferencias en el ingreso promedio se han mantenido desde 2008, e incluso la brecha se ha ampliado entre la población más favorecida económicamente y el resto de la población.
Tabla 1.1 Ingreso promedio per cápita de la población por quintiles de ingreso y porcentajes de población en condición de pobreza y rezago educativo (2008-2016)
Entre entidades federativas también se registran notables diferencias en cuanto al porcentaje de población por quintiles de ingreso (gráfica 1.1). En Nuevo León casi 45% de sus habitantes se encuentra en el quintil más alto de ingreso, mientras que poco más de 3%, en el más bajo, según datos de 2016. Esto es diametralmente opuesto a la distribución por ingreso de la población en Chiapas, donde 55% de su población está en el nivel más bajo de ingreso, y sólo 7%, en uno de los quintiles más favorecidos.
Gráfica 1.1 Porcentajes de población en los quintiles de ingreso más bajo y más alto por entidad federativa (2016)
En general, se observa que en los estados del norte del país (Nuevo León, Baja California, Baja California Sur, Sonora y Coahuila) por lo menos un cuarto de sus habitantes está en el quintil más alto de ingreso, y menos de 10%, en el más bajo. En los estados del centro y el occidente la situación es más heterogénea; por un lado, Jalisco, Colima y Aguascalientes tienen un porcentaje de población con ingresos bajos menor a 10%; por otro lado, en Querétaro, Guanajuato, México y Morelos la proporción es más alta, aunque no supera 20%. Los estados del sur (Veracruz, Guerrero, Oaxaca y Chiapas) tienen una proporción de población en el quintil más bajo cercana o superior a 40%, y en el más alto sólo está alrededor de 10% de sus habitantes.
Aunado a la desigualdad en los ingresos entre personas y entre regiones del país, en los últimos años el Producto Interno Bruto per cápita (PIBpc) ha tenido un crecimiento magro que no contribuye a la mejora en el ingreso de las familias. De 2003 a 2012 el crecimiento promedio anual del PIBpc fue de alrededor de 2%. Algunas entidades, como la Ciudad de México, Querétaro y Zacatecas, crecieron a tasas mayores a 3%; otras, como Tabasco, Sonora, Yucatán y Veracruz, registraron un crecimiento del PIBpc similar al promedio nacional, y otras más, como Baja California, Morelos, Tlaxcala y Tamaulipas, se situaron por debajo de éste. Incluso Chiapas tuvo un decrecimiento real de medio punto porcentual.
De esta forma, se observa un comportamiento totalmente diferenciado en el crecimiento de la producción per cápita en las entidades del país que indica un funcionamiento dispar en el ámbito económico de las regiones del país. Llama la atención que las entidades con los mayores ingresos per cápita son las que han tenido un crecimiento más fuerte en la última década; en cambio, aquellas con un ingreso medio-bajo y bajo se han rezagado, pues se sitúan por debajo del promedio nacional, situación que aumenta aún más la brecha entre las entidades más y menos desarrolladas del país (gráfica 1.2). Ejemplos de ello son la Ciudad de México y Chiapas: mientras que en 2015 el PIBpc de la capital del país fue de 261 138 pesos (de 2008), el del estado sureño, el más pobre del país, fue de 45 382 pesos, es decir, el PIBpc de un chiapaneco es apenas 20% del PIBpc de un habitante de la Ciudad de México.
Gráfica 1.2 Producto Interno Bruto per cápita (PIBpc) y crecimiento medio anual por entidad federativa (2003-2015)
La latente desigualdad económica del país inevitablemente conlleva una marcada desigualdad social, cuya principal expresión es la cantidad considerable de mexicanos que viven en condición de pobreza y pobreza extrema, o que se encuentran en situación de vulnerabilidad. En 2016, 43.6% de la población en el país se encontraba en condición de pobreza, un porcentaje apenas menor que en 2014 (46.2%), pero en niveles parecidos a los de 2008, cuando la proporción fue de 44.3%. En pobreza extrema vivía 7.6% de los mexicanos en 2016 y, aunque este porcentaje disminuyó entre 2008 y 2016, significa que más de nueve millones de personas viven por debajo de la línea de bienestar mínimo, es decir, sin recursos suficientes para adquirir el mínimo de alimentos que necesitan para subsistir. Además, 26.8% de la población en México se encontraba en condiciones de vulnerabilidad por carencias sociales, y 7%, en vulnerabilidad por ingreso, es decir, en riesgo de entrar en condición de pobreza. De esta forma, sólo una quinta parte de la población nacional fue considerada como no pobre o no vulnerable.
Entre entidades federativas también se observan importantes diferencias en el porcentaje de personas en condición de pobreza: en 2016, ocho entidades tenían porcentajes por debajo de 30% (el más bajo, Nuevo León, con 14.2%), y cuatro entidades por encima de 60% (el más alto, Chiapas, con 77.1%). Los estados del sur del país registraron las proporciones más altas de población en situación de pobreza (además de Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Veracruz) y, tal como lo muestra la gráfica 1.3, también son de los que presentaron mayor desigualdad en la distribución de los ingresos. Los estados del norte del país, aun con coeficientes de desigualdad altos, en su mayoría registran un porcentaje de población no pobre y no vulnerable por carencias mayor que las entidades del centro y del sur de México. Es decir, en estas entidades la desigualdad económica no está acompañada de un porcentaje alto de pobreza y vulnerabilidad debido a que los ingresos son más altos que en las entidades del sur del país.
Gráfica 1.3 Porcentaje de población en condición de pobreza y pobreza extrema por entidad federativa (2014)