¿Cuántos de los niños y jóvenes en las edades idóneas que cuentan con educación primaria y educación básica completa asisten a la educación secundaria y a la educación media superior, respectivamente?

La tasa de asistencia por grupos de edad, como se ha presentado hasta este punto, muestra el porcentaje de niños y jóvenes que acuden regularmente a un recinto del SEN sin importar cuál sea el nivel educativo. Por ejemplo, si una persona de entre 15 y 17 años declara que asiste, no necesariamente lo hace a la EMS, ya que existe la posibilidad de que vaya a la secundaria e incluso a la primaria, lo cual sucede con mayor frecuencia en aquellas poblaciones que experimentan mayor rezago educativo.

Para acotar esta medida y conocer cuál es el porcentaje de la población que asiste al nivel educativo correspondiente a la edad ideal o típica, en la tabla 2.8 se presenta la tasa de asistencia de la población con el antecedente para cursar la educación secundaria y la EMS. Es decir, se muestra la tasa de asistencia de la población potencialmente atendible.

Tabla 2.8 Tasa de asistenica de la población con el antecedente para cursar la educación secundaria y la EMS por grupos de edad, 1990-2015

Específicamente, la tasa de asistencia de los niños de 12 a 14 años con el antecedente para cursar la educación secundaria representa el porcentaje de niños que acude a este nivel educativo respecto de aquellos que con esta edad ya han concluido la educación primaria. Para los jóvenes de 15 a 17 años la interpretación es similar: porcentaje de jóvenes que acuden de manera regular a la EMS respecto de aquellos que concluyeron la educación secundaria. En consecuencia, excluye a aquellos jóvenes que para ese mismo grupo de edad ya han concluido la EMS, lo cual sucede con mayor frecuencia entre quienes han seguido una trayectoria regular y cursaron alguna opción educativa en el bachillerato con duración de dos años.

Existen evidencias de que cada vez está más próximo el logro de la universalización de la educación secundaria entre aquellos que cuentan con el antecedente para cursarla. En 2015, de los niños de 12 a 14 años que concluyeron la primaria, 94.6% asistía a la secundaria. En comparación con 1990, la asistencia se ha incrementado en 10 puntos porcentuales para la población atendible en este grupo de edad.

En 2015, de la población de entre 15 y 17 años que concluyó el nivel de secundaria y aún no finaliza la EMS, asiste 78.2%; de aquellos que tienen entre 18 y 20 años, 36.9% declaró asistir, pero el valor cae hasta 6.2% para los que tienen entre 21 y 24 años. Se observa que conforme los individuos se alejan del rango de edad ideal para cursar este tipo educativo, la asistencia decae de manera importante. En este sentido, es pertinente que cada uno de los niveles educativos se curse en las edades idóneas o típicas, pues, como se ejemplificó con el caso de la EMS, es menor la posibilidad de que los jóvenes asistan de manera regular tras concluir la EB cuando tienen mayor edad.

El aumento en la tasa de asistencia a la EMS de la población de entre 15 y 17 años que concluyó la educación secundaria ha sido moderado: entre 1990 y 2015 aumentó 7 puntos porcentuales. El mayor avance se distingue en el progreso de la eficacia del SEN en la educación secundaria, pues cada vez es mayor el número de jóvenes que logran concluir este nivel educativo. En términos absolutos el monto total de población de entre 15 y 17 años que contaba con la EB completa pasó de 2.6 millones en 1990 a 4.3 millones en 2015 (un incremento de 1.7 millones), mientras que el número de jóvenes que asistía creció de 1.9 millones a 3.4 millones (un aumento de 1.5 millones). Este hecho aporta elementos para comprender las altas tasas de crecimiento que experimentó la EMS incluso antes del decreto de obligatoriedad, pues el mayor número de jóvenes que concluía la secundaria incrementó la demanda social de este tipo educativo. Con el aumento en la cobertura y la eficacia de la EMS en los últimos años, este fenómeno se repite y con ello se aumentan la demanda social y, ahora, la necesidad de expandir la educación superior.

A pesar de los avances que existen en la atención de la población que cuenta con el antecedente para cursar la educación secundaria y la EMS, las oportunidades de acceso no son iguales para todos. Para quienes cuentan con la EB completa y además viven en localidades rurales, en hogares donde el jefe no cuenta con ninguna instrucción, son HLI o padecen pobreza extrema, las tasas de asistencia a la EMS son de alrededor de 70%.

La desigualdad en el acceso de la niñez a la escuela está presente entre las entidades federativas. En 2015 la brecha entre los estados con la menor y la mayor tasa de asistencia a secundaria de los que concluyeron la educación primaria y tienen entre 12 y 14 años fue de 8 puntos porcentuales: Chiapas, con 89.6%, y Baja California Sur con 97.6%. Esta brecha se duplica (17.5 puntos) en el caso de los jóvenes que cuentan con la educación secundaria y tienen entre 15 y 17 años: mientras que Sinaloa tiene una tasa de 86.1%, Guanajuato apenas alcanza 68.6% de asistencia (tabla 2.8-A).

Las entidades que requieren incrementar esfuerzos para lograr en primera instancia que los jóvenes en la edad típica para cursar la EMS y que cuentan con la EB asistan en su totalidad son: Guanajuato, Durango y Zacatecas; en otras palabras, deben incrementar su cobertura en alrededor de 30 puntos porcentuales.

Es de suma importancia lo que pueda hacerse dentro del SEN para lograr el acceso de todos los niños y jóvenes a la escuela; sin embargo, algunas de las dificultades que encuentran los jóvenes para acceder a la EMS están relacionadas con las condiciones sociales y económicas en sus hogares. El grupo de jóvenes que muestra las menores tasas de asistencia a la EMS coincide con aquellos que viven en hogares en pobreza extrema, con los menores ingresos económicos y donde el jefe de hogar carece de algún nivel de instrucción, esto es, 65.7, 74.1 y 66.3%, en ese orden (gráfica 2.5).

Gráfica 2.5 Tasa de asistencia de la población a la EMS con EB completa, 2015

En el artículo 65 de la LGE se establecen como edades mínimas de ingreso a educación preescolar los 3 años y para la educación primaria los 6 años, en ambos casos cumplidos al 31 de diciembre. Para el resto de los niveles educativos se establecen las edades idóneas con base en estas edades mínimas y la duración de cada nivel; en el caso de la secundaria, ésta debería cursarse de los 12 a 14 años, y la media superior, típicamente, de 15 a 17 años, pues en este caso la duración puede ser desde dos hasta cinco años.
Por este motivo se sugiere que para el análisis y el seguimiento de metas en materia de cobertura se utilice el grupo de población de 15 a 17 años. De hecho, para el ciclo escolar 2015-2016, 15.9% de la matrícula tenía 18 años y más; de éstos, 8.2 puntos corresponden a aquellos que tienen 18 años.
En Nuevo León, prácticamente 1 de cada 2 jóvenes inscritos en la EMS cursa sus estudios en programas que duran dos años, y no es posible identificar a quienes cursaron esta opción educativa con la información disponible en los censos de población y las encuestas en hogares, aunque dentro de la población atendible no se considera a aquellos que concluyeron el nivel educativo.
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