¿Cuántos de los alumnos que logran acceder al SEN siguen una trayectoria escolar regular y concluyen cada nivel educativo en las edades idóneas?

Para garantizar el derecho a una educación de calidad, además del acceso y la asistencia regular a la escuela, es necesario que todos los niños y jóvenes se matriculen en las edades idóneas en cada nivel educativo y sigan una trayectoria regular, es decir, que aprueben de manera satisfactoria cada grado, concluyan cada nivel educativo, y transiten entre ellos de manera ininterrumpida hasta finalizar la educación obligatoria.

Las estadísticas disponibles muestran que quienes completan cada nivel educativo en los tiempos establecidos asisten en mayor proporción a la escuela que aquellos que se encuentran en rezago, para quienes la probabilidad de abandonar de manera definitiva se incrementa. Claramente este tránsito regular supone que no existan abandonos, ni temporales ni mucho menos definitivos. Por lo tanto, concluir cada nivel de manera oportuna promueve que una mayor proporción de estos alumnos continúe en su trayectoria escolar hasta concluir la educación obligatoria.

Para dar respuesta a esta pregunta, se recurre a tres medidas que ayudan a entender cómo es el avance de los alumnos en los distintos niveles educativos. La primera es la relación que debe existir entre el grado en el que se encuentran matriculados y la edad correspondiente; la segunda tiene que ver con el porcentaje de alumnos que abandona la escuela, ya sea de manera temporal o definitiva; y, por último, se toma en cuenta la proporción de alumnos que concluyen cada nivel educativo en los tiempos establecidos respecto de aquellos que se inscribieron tantos años antes como la duración del nivel. Estos aspectos se detallan a continuación.

¿Cuántos de los alumnos en la educación obligatoria se encuentran matriculados dos años o más por encima de la edad idónea correspondiente al grado?

El porcentaje de alumnos con extraedad grave es un indicador útil para monitorear el avance escolar de la población infantil y juvenil en los distintos niveles educativos. Hace referencia al número de alumnos que se encuentran matriculados dos años o más por encima de la edad idónea para cursar determinado grado educativo por cada cien alumnos inscritos. Por ejemplo, a aquellos que en el tercer grado de primaria tengan 10 o más años se les considera alumnos con extraedad grave.

Con base en la estadística del Formato 911, para el inicio del ciclo escolar 2016-2017 la proporción de alumnos en extraedad grave en primaria es de 1.4%; en secundaria, de 2.8%, y en media superior se incrementa de manera notable a 12.3%.

Las condiciones para tener un avance escolar regular no son las mismas en todos los casos: aquellos grupos que presentan las mayores dificultades para acceder a la escuela son también quienes muestran las mayores condiciones de rezago educativo. En la EB el servicio comunitario matricula la mayor proporción de alumnos con extraedad grave, alrededor de 9%, seguido de las telesecundarias (5.6%) y del servicio indígena en primaria (4.7%). Respecto al tamaño de localidad, las escuelas primarias y secundarias ubicadas en localidades rurales agrupan un mayor porcentaje de alumnos en esta condición: 2.4 y 5.4%, respectivamente (tabla 2.9).

Tabla 2.9 Porcentaje de alumnos en extraedad grave por estrato y tamaño de localidad (ciclos escolares 2001-2002 y 2016-2017)

En la EMS no existe una diferencia importante en el porcentaje de alumnos con extraedad grave entre las localidades urbanas y rurales. Los planteles que se ubican en localidades de más de 15000 habitantes tienen un porcentaje similar de alumnos en extraedad grave que aquellos en localidades de menos de 2500 habitantes: 13.5 y 11.2%, en ese orden. Ello está relacionado con el menor acceso a este tipo educativo en localidades pequeñas, ya que menos de 15% de los alumnos que se matriculan lo hacen en este tipo de localidades.

Es fundamental que el interés en reducir el porcentaje de alumnos en condición de extraedad en las escuelas no signifique negarles la oportunidad de inscribirse y relegarlos a otros tipos de servicio en los que no reciben atención adecuada según su condición y necesidades de aprendizaje. En este sentido, se han propuesto e implementado programas en las distintas entidades federativas para contrarrestar el número de alumnos en esta situación (Coordinación Nacional de Programas que atienden a Población en Situación de Vulnerabilidad-DGDGIE-SEP, 2010). En general, se propone que los alumnos se inscriban en el grado correspondiente a su edad, y que mediante el apoyo de los docentes se les brinde atención específica para el desarrollo de competencias básicas y de aprendizajes correspondientes al grado en el que están inscritos más lo que debieron haber adquirido en los grados previos. No obstante, debe recordarse que este tipo de estrategias se traducen en actividades adicionales para los docentes, que suponen contar con la formación específica para atender a los alumnos en esta situación y con la disposición de materiales adecuados para una atención propicia. De no cumplirse con estos supuestos, el éxito de la estrategia de reducción de alumnos en extraedad grave estaría comprometido.

Otra de las medidas encaminadas a la reducción del rezago educativo debido a la extraedad es la adecuación de las normas de aprobación de grados y de los mecanismos para favorecer la promoción continua. Sin embargo, esto podría propiciar que, de no atender las deficiencias en los aprendizajes de los alumnos y dar un correcto seguimiento, las carencias en los conocimientos que debieron adquirirse profundicen los bajos niveles de logro en los grados y niveles educativos siguientes.

Cada vez es menor el número de alumnos en condición de extraedad; entre 2001 y 2016 hubo una reducción importante en el porcentaje de alumnos en esta situación. En el ciclo escolar 2001-2002 prácticamente 1 de cada 4 niños en primarias indígenas y comunitarias se encontraba en situación de extraedad grave; en las telesecundarias casi 1 de cada 5 alumnos presentaba esta misma condición, al igual que en el total de la EMS. Actualmente, estos porcentajes se han reducido desde la mitad hasta una tercera parte.

Por ejemplo, Oaxaca, Guerrero y Chiapas en el ciclo 2016-2017 tenían el mayor porcentaje de alumnos en primaria con extraedad: 3.9, 3.6 y 3.3%, en ese orden; pero también son Oaxaca y Guerrero las entidades que en el periodo de 2001-2002 a 2016-2017 redujeron en mayor medida esta situación, con disminuciones de 13.9 puntos porcentuales y de 16.6, respectivamente. En lo que se refiere a la educación secundaria, Veracruz y Yucatán son las entidades con los mayores porcentajes de extraedad grave, con 6 y 5.6% de alumnos en tal condición; sin embargo, es notorio el avance de Yucatán en la materia, pues es una de las entidades con la mayor disminución en el periodo referido, que alcanza 12.8 puntos porcentuales (tabla 2.9-A).

Las mayores diferencias que se registran entre las entidades federativas ocurren en el nivel de EMS. Jalisco y Sonora representan la mayor de las brechas en lo que respecta a los alumnos en extraedad grave, ya que existe una brecha de 13 puntos porcentuales entre ellas, es decir, de 18.7 a 5.7%. Entre los ciclos escolares 2001-2002 y 2016-2017 en Quintana Roo y la Ciudad de México se experimentó la mayor disminución de alumnos en extraedad: 25 y 15 puntos, respectivamente. Por el contrario, Nayarit registró un incremento en el porcentaje de alumnos con extraedad grave, posiblemente debido a la reciente expansión de la EMS, donde se matriculó a partir del ciclo 2012-2013 a un número ligeramente mayor de alumnos en esta situación, el cual ha ido disminuyendo de manera paulatina (tabla 2.9-A).

¿Qué porcentaje de alumnos inscritos abandona la escuela y cuántos la concluyen en el tiempo normativo?

Uno de los problemas más frecuentes que impide el derecho a una educación de calidad es el abandono escolar. La tasa de abandono es un indicador que se calcula con base en la comparación de la matrícula al inicio de dos ciclos escolares consecutivos, lo cual permite estimar el número de alumnos que dejan los estudios durante el transcurso del ciclo escolar y el de aquellos que concluyen el grado, pero no se inscriben al siguiente. Esto último es lo que sucede con mayor frecuencia, sin importar el grado o nivel educativo del que se trate. Es importante mencionar que la estimación de la tasa de abandono para la EMS del INEE difiere ligeramente con la estimación que publica la SEP.

Con base en datos transversales del Formato 911, se observa que la mayor deserción ocurre en la EMS, donde alrededor de 15 alumnos de cada 100 que estuvieron inscritos al inicio del ciclo escolar 2015-2016 ya no se matricularon en el ciclo 2016-2017; sigue la secundaria, con 4.4%. En el caso de la educación primaria los alumnos prácticamente no abandonan sus estudios: menos de 1 alumno de cada 100 que se encontraba inscrito al inicio del ciclo escolar mencionado (tabla 2.10).

Tabla 2.10 Tasa de abandono y eficiencia terminal por nivel o tipo educativo (2001-2002, 2007-2008, 2013-2014 y 2015-2016)

El análisis diacrónico de la tasa de abandono muestra que en los últimos 15 años ha disminuido paulatinamente. En el último lustro han existido algunas fluctuaciones en la tendencia, propias de la próxima universalización de la educación secundaria y de la expansión de la EMS, en donde se admitió a un mayor número de jóvenes provenientes de generaciones previas, quienes muestran mayores probabilidades de abandono. Sin embargo, conforme se consolide este tipo educativo y crezca el número de jóvenes que se matriculen en las edades típicas, la tendencia a la disminución del abandono será aún más visible.

A pesar de la disminución en la tasa de abandono, el número de niños y jóvenes que dejan truncos sus estudios sigue siendo considerable. En la educación obligatoria, excluyendo al preescolar, en el ciclo escolar 2015-2016 poco más de 1.1 millones de alumnos abandonaron la escuela: 770 000 en la EMS, 300 000 en secundaria y poco más de 100 000 en primaria. Las causas del abandono son diversas; una de ellas es el clima escolar, que, si se torna desfavorable para los alumnos —sea por la relación con sus compañeros, con los docentes y directivos, o por no adaptarse a las normas que regulan la convivencia—, ocasiona que se separen de la escuela. Otra causa frecuente es la necesidad de insertarse en el mercado laboral. Así lo revela el análisis de las tasas de asistencia según la condición de actividad de los jóvenes, donde se observa una caída abrupta en la asistencia de aquellos que destinan más de 20 horas al trabajo extradoméstico, sin soslayar otras causas de índole familiar o personal, como es la falta del sostén del hogar, la formación de una familia, el embarazo o la unión conyugal.

Debido a la metodología y la fuente de información que se utilizan en el cálculo de la tasa de abandono, es imposible su estimación para los distintos grupos de la población o para altos niveles de desagregación. Respecto al tema de la desigualdad en la permanencia en el SEN, en la tabla 2.10-A del anexo se muestra la evolución de las tasas de abandono en la educación secundaria y la EMS por entidad federativa.

Es de interés notar que aún persisten entidades en el país que no han logrado incidir de manera efectiva en la permanencia de los alumnos en la escuela. La Ciudad de México y Morelos muestran niveles por encima de 20% en la tasa de abandono en EMS; en cambio, Puebla y Sinaloa tienen los niveles más bajos, con tasas ligeramente superiores a 11%. El caso de Nuevo León destaca porque ahí el abandono se ha logrado reducir 11 puntos porcentuales en los últimos 15 años. En la educación secundaria, Michoacán y Campeche no han logrado atenuar el fenómeno y aún muestran tasas elevadas de abandono: 9.2 y 8.2%, respectivamente.

Un indicador estrechamente relacionado con la tasa de abandono es la eficiencia terminal, medida que además de analizar la proporción entre los alumnos que ingresan a determinado nivel o tipo educativo y los que lo concluyen, también considera los tiempos normativos, es decir, no sólo toma en cuenta los abandonos que suceden a lo largo de un ciclo escolar e inicio del siguiente, sino que acumula los que se presentan a lo largo de varios ciclos escolares consecutivos, tantos como la duración del nivel educativo.

Con base en los datos transversales es posible afirmar que para el ciclo escolar 2015-2016 prácticamente 35 de cada 100 alumnos que se inscribieron a la EMS no la concluyeron en el tiempo establecido; también ocurrió así para 12 de cada 100 alumnos en secundaria y para 2 de cada 100 alumnos en primaria. Esta situación —la no conclusión en el tiempo establecido para cursar cada nivel educativo— se debe a problemas de repetición tanto de asignaturas como de grados, al abandono temporal de los estudios e incluso al abandono definitivo.

Dadas las condiciones que anteceden, se puede expresar que cada vez es mayor el número de niños y jóvenes que concluyen la educación obligatoria y también la proporción de quienes lo hacen en los tiempos normativos. No obstante, estos resultados también muestran que la meta del plan para garantizar la universalización de la EMS se ve distante, pues no sólo debe considerar que los alumnos se matriculen, sino que asistan de manera regular y concluyan el nivel educativo; en este sentido, la eficiencia terminal sólo ha avanzado 2.3 puntos porcentuales desde que se implantó la Reforma Educativa y se hizo obligatoria la EMS; es más, en los últimos 15 años sólo se ha incrementado poco más de 8 puntos porcentuales. De seguir este ritmo, tomará más de tres décadas lograr que todos los jóvenes que se matriculan la concluyan.

El reto de lograr que todos los niños y jóvenes concluyan la educación obligatoria muestra que desde las entidades deben realizarse esfuerzos de magnitudes distintas. Por ejemplo, en Michoacán, Campeche y Durango el número de niños que logra concluir la secundaria en tres años es inferior a 80%. En la EMS, según las estadísticas del Formato 911 para el ciclo escolar 2015-2016, casi 1 de cada 2 alumnos que se matricula en la Ciudad de México no concluye en el tiempo normativo (tabla 2.11-A).

El INEE estima la tasa de abandono en EMS para la matrícula en la modalidad escolarizada y mixta, además considera los nuevos ingresos a primer grado. La SEP hace la estimación sólo para la matrícula escolarizada y considera los nuevos ingresos al primer periodo del ciclo escolar.
La estimación de este indicador presenta una ligera diferencia con el dato de la SEP, ya que considera los nuevos ingresos a primer grado.
La duración de la educación primaria es de seis años, la de secundaria es de tres años y la de la EMS, en general, es de tres años; sin embargo, se tiene en cuenta para su estimación a aquellos alumnos matriculados en opciones educativas de media superior con duración de dos años.
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