Conclusiones

El diseño del currículo en México ha sido una atribución exclusiva de la autoridad educativa federal para los niveles de la EB y educación normal (LGE, art. 12), por lo cual hasta la fecha ha habido un currículo único de carácter nacional. Ello se entiende a la luz de la historia de nuestro país, en la que se ha reconocido la importancia del currículo como instrumento igualador para la sociedad y como medio para construir una identidad nacional. Sin embargo, en la actualidad, en un contexto de reconocimiento y valoración de la diversidad, pero sobre todo de las profundas brechas que la desigualdad ha generado, es necesario replantear el carácter nacional del currículo o, cuando menos, revisar los mecanismos para su diseño. La importancia de cerrar las brechas de la desigualdad desde el diseño curricular es igualmente válida para el caso de la EMS, aunque para ese nivel educativo participe una multiplicidad de actores, como se mencionó antes, y la discusión no esté centrada en la vigencia de un currículo nacional, sino en la calidad de los múltiples diseños.

Los distintos cambios curriculares en México han buscado atender problemas identificados tales como la instrucción verbalista, la tendencia a la memorización, el enciclopedismo, la saturación y desarticulación de contenidos, la falta de relevancia y pertinencia, entre otros. Sin embargo, varios de ellos no han sido resueltos y persisten hasta nuestros días.

Las evaluaciones realizadas por el INEE sobre el diseño del currículo han señalado que tiene una estructura sobrecargada de elementos, los cuales además están insuficientemente conceptualizados, o bien, sus relaciones y conexiones son inexistentes o débiles, lo que dificulta su adecuada comprensión y aprovechamiento para el logro de los propósitos educativos.

Otro resultado de las evaluaciones del INEE es que, conforme se avanza en los niveles educativos, el currículo se torna más prescriptivo, lo que en parte tiene que ver con una mayor especialización de las disciplinas, pero también evidencia el supuesto de que así se facilitará su implementación. Sin embargo, las consecuencias que esto tiene a partir de primaria es que los docentes cuentan con pocas posibilidades para hacer adecuaciones y responder mejor a las características de sus estudiantes.

En el caso de la educación primaria, los programas de estudio están diseñados para escuelas de organización completa —en la que cada docente atiende un grado— y no contienen orientaciones pertinentes para atender a poblaciones diversas. En la educación secundaria, se pierde de vista que también existen escuelas en condición multigrado, donde un docente es responsable de todos o casi todos los espacios curriculares en más de un grado. Lo anterior, además de hacer difícil dar pertinencia a los programas de estudio, hace que las actuales características del diseño curricular atenten contra la equidad, toda vez que no ofrecen la posibilidad de mejorar la experiencia educativa en los tipos de centros escolares a los que asisten las poblaciones con mayor desventaja social.

Para que un currículo cumpla con la función pedagógica de orientar la tarea educativa es necesario que sea consistente en sus fines o propósitos, contenidos, métodos de enseñanza, evaluación y enfoque pedagógico —que en el caso del currículo mexicano actual es el enfoque por competencias—; no obstante, dicha consistencia no se encuentra del todo presente en los documentos curriculares de la educación obligatoria de nuestro país en su versión vigente al momento de la elaboración de este informe.

El planteamiento curricular del nuevo Modelo Educativo presenta algunos elementos innovadores y de vanguardia, como la educación socioemocional y el componente de autonomía curricular, a los cuales será necesario dar seguimiento y evaluar ya que —como ocurre con el currículo actual—, si no se generan condiciones adecuadas para su implementación no prosperará más allá de una loable aspiración. Éstas tienen que ver tanto con aspectos de formación y acompañamiento a los docentes, como con condiciones escolares de espacios y recursos materiales y con mayores orientaciones para su puesta en marcha.

Es necesario que el Estado asegure condiciones de normalidad mínima en el funcionamiento de las escuelas y garantice que todas tengan lo básico necesario para que el nuevo currículo pueda operar en el cumplimiento del mandato puesto en el artículo 3º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos: favorecer el máximo logro de aprendizaje.

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