El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) analiza comparativamente los resultados de las evaluaciones internacionales obtenidos por Corea del Sur y México, centrando la atención en el desarrollo reciente de sus respectivos sistemas educativos, pero con elementos del contexto histórico y social de ambos países, para tratar de entender mejor sus semejanzas y diferencias, así como las diferencias en lo que se refiere a estos resultados.
La comparación no se limita a los niveles básicos del sistema educativo ni menos a los resultados obtenidos por los alumnos en pruebas de rendimiento como PISA. Se pretende hacer una comparación más general de la calidad de los sistemas educativos en conjunto.
En el cuaderno técnico La educación en México y Corea del Sur se señala cómo durante la segunda mitad del siglo XX, Corea del Sur consiguió logros notables en varios aspectos de su desarrollo económico y social, en relación con la mayoría de los países del mundo. Esos logros, en particular los del campo educativo y en relación con México, incluyen tanto lo que se refiere a la cobertura del sistema escolar, como a los niveles de aprendizaje que alcanzan los alumnos.
Dado que Corea del Norte y Corea del Sur comparten lengua, cultura y una historia milenaria, la similitud de su desarrollo de 1953 a mediados de los años setenta parece lógica. Lo que resulta sorprendente es la enorme diferencia que se presenta en los últimos treinta años que, obviamente, no es atribuible a factores culturales ancestrales, sino que debe explicarse por elementos derivados de las políticas públicas adoptadas por uno y otro país en las últimas décadas. Lo anterior incluye, desde luego, el campo de la educación y las políticas respectivas.
El estudio destaca que, análogamente, además de factores geográficos, demográficos, culturales e históricos, que explican en parte las diferencias del desarrollo general y educativo de México y Corea del Sur, una parte de tales diferencias debe atribuirse también a las políticas públicas adoptadas en uno y otro país.
La principal lección que podemos sacar de la experiencia de Corea del Sur es que una política que busca expresamente un desarrollo educativo igualitario, además de ser congruente con los valores de la cohesión social y la solidaridad, es más efectiva en el mediano y largo plazos para apoyar el desarrollo económico de un país.
En Corea del Sur, cuando la demanda de educación comenzó a rebasar a la oferta, los alumnos no fueron enviados a casa; en lugar de ello se ampliaron el tamaño de los grupos y las horas de funcionamiento de las escuelas. Los padres de familia, por su parte, estuvieron dispuestos a complementar los servicios educativos públicos con elevados niveles de inversión privada en aprendizaje más allá de la escuela.
Comunicado de prensa No. 29