Enseñanza de la geografía en primaria

De profesor a profesor
Por Elizabeth Carbajal Huerta

— Maestra, ¿hoy nos va a preguntar países y capitales? Porque yo ya me los aprendí.

— ¿De todos los continentes?

— ¡No! Sólo de América. ¡Pregúnteme!

— ¿Y los puedes identificar en el mapa?

— Mmm, no todos.

Así comencé a enseñar Geografía en los años 80. Mis alumnos tenían que aprender, de memoria, países y capitales, los nombres de mares, ríos, mesetas y cordilleras, el sistema planetario, etcétera; todo como parte de las ciencias sociales y luego de las ciencias naturales. Entonces no importaba si ellos tenían nociones claras del espacio geográfico, o si lograban comprender concepciones más abstractas como el espacio sideral o el relieve; era suficiente con que dibujaran de azul los ríos en un mapa y de café las cordilleras, que anotaran nombres de países o estados en un mapa con la división política. Por eso, no es extraño que los viernes, cuando a mis alumnos les tocaba elegir un tema de estudio, prefirieran Matemáticas que Geografía.

En los 90, las cosas cambiaron, en primero y segundo grado se enseñaban de manera integrada Geografía, Ciencias Naturales, Historia y Educación Cívica, se trataba de desarrollar nociones espacio-temporales en los alumnos, y como método didáctico: partir de lo conocido y cercano, que era el lugar donde vivían, hasta aspectos más alejados de ellos como su entidad federativa. De tercero a sexto se estudiaban contenidos específicos de Geografía no memorista. Sin embargo, en la realidad, a veces era difícil evitar el sesgo hacia la fragmentación de los contenidos y el recurso memorístico, la propuesta de contenidos, aunque sonaba coherente, en la práctica parecía poco sustancial, así que no pude evitar volver a las antiguas prácticas de enseñanza.

La propuesta de contenidos, aunque sonaba coherente, en la práctica parecía poco sustancial, así que no pude evitar volver a las antiguas prácticas de enseñanza.”

Con el tiempo, fuera del aula de la primaria, ya como pedagoga y como docente de profesores en formación y en servicio, con nuevos programas, donde se revalora la enseñanza de la Geografía, nos dimos cuenta (mis alumnos-docentes y yo) de que el enfoque por competencias tiene un discurso convincente y en gran medida impecable.

Las cinco competencias geográficas –reforzadas por conceptos, habilidades y actitudes claramente especificadas– toman en cuenta las fuerzas cognitivas del alumnado de primaria y propician el desarrollo de sus nociones temporales y espaciales, que los preparan para el pensamiento abstracto.

El trabajo por proyectos impide la fragmentación del conocimiento y el aprendizaje mecánico que se privilegiaba en las propuestas curriculares de hace algunas décadas.”

Los contenidos tienen una secuencia lógica y coherente tanto en la sucesión vertical como en la horizontal, por lo que me parecen adecuados y pertinentes. Sin embargo, considerando todo el conjunto de materias que conforman el currículo de primaria, el programa de Geografía, al igual que las experiencias anteriores, sigue muy cargado de contenidos, lo que supone el riesgo de convertirse en una práctica academicista dentro del aula.

Por si fuera poco, aun con las bondades que ofrecen los programas de Geografía vigentes para primaria, y los excelentes apoyos didácticos que existen en la red, las condiciones en el aula siguen siendo difíciles. Por un lado, las evaluaciones externas a las que se tienen que someter alumnos y profesores privilegian la enseñanza y el aprendizaje de Matemáticas y Español; en segundo lugar, las ciencias; y al final del área social, la Geografía. Por otra parte, las necesidades sociales para disminuir los niveles de violencia entre pares y los efectos del narcotráfico en nuestro país centran las miradas en la formación cívica y ética, así como en los programas emergentes para educar para la convivencia sana y pacífica, sin mayores resultados pero sí con un alto consumo del tiempo dedicado a la jornada escolar.

Además, el horario escolar tiene que alcanzar para enseñar y aprender varias materias, para que los alumnos participen en múltiples concursos (provenientes de diferentes secretarías de estado y de organizaciones de la sociedad civil), para enseñarlos a convivir y comportarse, para llenar registros administrativos y para revisar las múltiples tareas.

Por otra parte, es importante mencionar que la formación docente para el nivel de primaria requiere de conocimientos más especializados respecto a la Geografía y, en particular, a su enseñanza con métodos innovadores y creativos que faciliten la concreción de las competencias geográficas. Se requiere también un intercambio de experiencias entre docentes respecto a la creación y puesta en práctica del método de proyectos, como estrategia básica para que entre alumnos y maestros logren la reconstrucción del saber propio de esta materia.

En este panorama, la Geografía que hoy se enseña sigue practicándose, en gran parte, de manera mecánica y fragmentada, las planeaciones didácticas tienen como base los libros de texto y las monografías que se compran en la papelería.

Considero que el problema no se resuelve afinando el enfoque de los programas de Geografía, sino con cambios de fondo en el currículo de educación básica que apunten más al desarrollo de la aptitud para comprender procesos, buscar, seleccionar, analizar y utilizar información, así como identificar y entender el entorno natural y social, donde cobra vida todo cuanto aprende y donde es posible que, con conocimiento de causa, actúe para mejorar su contexto. Esto implica una actualización real del profesorado para que aprenda y promueva dichas aptitudes con estrategias didácticas creativas que reten la competencia cognitiva de los alumnos en un ambiente formativo propicio, donde la Geografía represente un valioso engrane para alcanzar el perfil de egreso.

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