Familia y escuela: dos caras de la misma moneda educativa

Atrás han quedado los tiempos en los que un reporte de mala conducta bastaba para involucrar a los padres de familia en la vida académica de sus hijos; del mismo modo, ha sido superada la división formativa entre el hogar y el centro educativo. Hoy hemos de considerar la casa y la escuela como dos partes del mismo continuo, de modo tal que lo que se aprende en una no se desaprenda en la otra.

Por Raúl Uribe

Atrás han quedado los tiempos en los que un reporte de mala conducta bastaba para involucrar a los padres de familia en la vida académica de sus hijos; del mismo modo, ha sido superada la división formativa entre el hogar y el centro educativo. Hoy hemos de considerar la casa y la escuela como dos partes del mismo continuo, de modo tal que lo que se aprende en una no se desaprenda en la otra.

Todos los docentes seguramente coincidimos en lo que la UNESCO señala en su documento Participación familiar en la educación infantil latinoamericana: “Los primeros educadores de los niños y niñas son las madres y los padres. […] En la institución escolar, los niños y las niñas están prestados para que los docentes preferentemente potencien y enriquezcan lo que ya han aprendido” (UNESCO, 2004: 23).

En pocas palabras, no debe creerse que en cuanto inicia la vida académica de la niña o el niño, la escuela es la responsable preponderante de su educación; la familia, y todo el entorno cercano, juega un papel clave en el desarrollo del alumnado en lo que refiere a sus competencias, tanto intelectuales como instrumentales y actitudinales.

Sin embargo, es imposible que esta corresponsabilidad surja de la intuición o el sentido común; debe establecerse mediante un encuadre claro, con el que las partes involucradas se sientan conformes y entusiasmadas. Es preciso poner en claro las reglas del juego, así como la forma de verificar el cumplimiento de compromisos y las acciones a tomar cuando alguien falte a los acuerdos.

Una charla de integración al iniciar el curso es el escenario idóneo para que docentes y madres y padres de familia establezcan dicho encuadre. Éste puede partir de responder tres sencillas preguntas: ¿qué queremos que pase en a lo largo del ciclo escolar?, ¿qué no queremos que pase?, y ¿qué estamos dispuestos a hacer para que las cosas sean de ese modo? Así, es posible visualizar las expectativas de ambas partes, identificar las que resulten excedidas y plantear acuerdos.

Del mismo modo, los actos deportivos y culturales a lo largo del año pueden rebasar el simple formato de muestra y convertirse en espacios de involucramiento familiar y de la comunidad en general, promoviendo la unión y el trabajo en equipo. Esto significa rebasar la idea de que las familias sólo van a la escuela a ver y, más bien, invitarlas a hacer.

Estos y otros espacios de intercambio informal propician que se estrechen los lazos de compañerismo entre madres y padres, herramienta fundamental para la gestión de redes de aprendizaje y atención a problemas como el acoso escolar, la deserción, el rezago, etcétera.

No es suficiente conversar con los padres a la entrada o la salida del colegio, sino que se precisa la programación de entrevistas; es decir, reuniones personalizadas en las cuales docentes y madres y padres puedan intercambiar su percepción en torno al proceso formativo de cada estudiante. Esperar hasta que un padre molesto solicite una junta o hasta que un alumno se encuentre en una situación de peligro académico es, como lo confirma la experiencia de cada docente, demasiado esperar.

Finalmente, la institución educativa —pública o privada— debe proveer los recursos materiales, humanos y financieros que permitan establecer y fomentar el vínculo con madres y padres. No son pocos los maestros que pierden la motivación a realizar las actividades planteadas anteriormente cuando implican la inversión de horas extra no remuneradas. Mucho menos cuando la escuela las exige sin compensarlas de algún modo. En la mayor parte de las escuelas, quizás en la mayoría, esta es una asignatura pendiente.

Referencia

(UNESCO). Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (2004). Participación familiar en la educación infantil latinoamericana. Santiago de Chile: Oficina Regional para la Educación de América Latina y el Caribe-UNESCO.

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