La evaluación en el Plan y programas de estudio 2017 (Parte 1)

Por Esther López-Portillo

Antecedentes

A partir de 1993 los planes y programas de estudio para la educación básica en México han entendido la evaluación como las acciones que lleva a cabo el docente para obtener información que le permita identificar los avances y las dificultades de los estudiantes para intervenir y favorecer el logro de los aprendizajes. La evaluación desde el enfoque formativo se ha considerado desde la Reforma de 1993; sin embargo, fue en el Acuerdo 592, publicado en 2011, donde se explicaron ampliamente las características de este tipo de evaluación.

La evaluación en el Modelo Educativo 2017

El Modelo Educativo presentado recientemente mantiene el enfoque de evaluación formativa, que considera simultáneamente los resultados cualitativos y cuantitativos de los aprendizajes para reconocer los avances y las dificultades de los estudiantes y asignar calificaciones numéricas al desempeño de cada uno.

La evaluación desde este enfoque debe ser un elemento presente en cada fase del proceso de aprendizaje. Para realizarse, requiere de la observación permanente del docente, quien tiene la libertad de utilizar diversos procedimientos, estrategias, instrumentos y recursos para obtener la información cualitativa y cuantitativa en relación con el desempeño de sus estudiantes.

El Modelo Educativo (SEP, 2017, p. 85) señala que la evaluación desde el enfoque formativo requiere:

a) Que el docente planifique actividades para que los alumnos estudien y aprendan.

b) Que los alumnos se den cuenta de lo que han aprendido y de lo que están por aprender.

c) Que se tomen en cuenta los procesos de aprendizaje, no sólo los resultados.

d) Que se consideren las necesidades específicas de los alumnos y de los contextos en los que se desarrollan.

e) Que la información sobre el desempeño de los alumnos se obtenga a lo largo de todo el proceso de enseñanza y de una variedad de fuentes, no sólo de pruebas.

f) Que se fortalezca la colaboración entre docentes, alumnos, padres de familia o tutores.

g) Que se actúe oportunamente para evitar el rezago o la deserción escolar.

Asimismo, señala que:

En un ambiente de aprendizaje, la evaluación es un proceso que tiene como objetivo mejorar el desempeño de los estudiantes e identificar sus áreas de oportunidad. Además, es un factor que impulsa la transformación de la práctica pedagógica y el seguimiento de los aprendizajes. Se comprende que los errores son parte de cualquier proceso de construcción de conocimiento, y que éstos deben concebirse y usarse como fuente de mejora constante. La evaluación se sustenta en diversas metodologías y debe consolidarse como un proceso que contribuya al aprendizaje mediante la retroalimentación. Además, el docente puede orientar mejor a los estudiantes al hacer explícitas las actividades y los criterios del desempeño que espera, y al dar una retroalimentación objetiva, positiva y constructiva para que todos puedan entender sus éxitos y fracasos.

Por su parte, el octavo principio pedagógico del Modelo Educativo (SEP, 2017, p. 89) señala que es necesario entender a la evaluación como un proceso vinculado con la planeación y el aprendizaje, es decir, deben proponerse desde la planeación los momentos, las finalidades, las estrategias y los instrumentos de evaluación, con miras al logro de los aprendizajes esperados. Evidentemente, siempre se puede corregir, complementar, cambiar o enriquecer la propuesta, de acuerdo con las características y las necesidades de los estudiantes. Asimismo, señala que:

La evaluación no busca únicamente medir el conocimiento memorístico. Es un proceso que resulta de aplicar una diversidad de instrumentos y de los aspectos a estimar.
La evaluación del aprendizaje tiene en cuenta tres variables: las situaciones didácticas, las actividades del estudiante y los contenidos.
La evaluación parte de la planeación, pues ambas son dos caras de la misma moneda: al planear la enseñanza, contextualizada en el entorno de los estudiantes, y planteando opciones que permitan a cada quien aprender y progresar desde donde está, el profesor define los aprendizajes esperados, y la evaluación mide si un estudiante los alcanza.
La evaluación forma parte de la secuencia didáctica como elemento integral del proceso pedagógico, por lo que no tiene un carácter exclusivamente conclusivo o sumativo. La evaluación busca conocer cómo los estudiantes organizan, estructuran y usan sus aprendizajes en contextos determinados, para resolver problemas de distintos niveles de complejidad y de diversa índole.
Cuando el docente retroalimenta al estudiante con argumentos claros, objetivos y constructivos sobre su desempeño, la evaluación adquiere significado para éste, pues brinda elementos para la autorregulación y la mejora de sus aprendizajes.

El hincapié en considerar a la evaluación como parte fundamental del proceso de aprendizaje se hace porque, a pesar de que es un enfoque propuesto desde hace más de dos décadas, los docentes dedican poco tiempo a la evaluación del aprendizaje en la planificación de la enseñanza; es decir, no la consideran parte medular del proceso en sus tres momentos (diagnóstica, formativa y final), ni en sus modalidades (autoevaluación, coevaluación y heterevaluación), con propósitos bien definidos. Es frecuente que en la práctica docente la evaluación se limite al proceso de medición para asignar calificaciones y acreditar o no.

Aspectos de la evaluación

Evaluar desde el enfoque formativo es una actividad compleja que involucra diversos elementos como la medición, la calificación, la estimación y la acreditación.

La medición compara un estándar o logro a partir de un resultado que pueda representarse en cifras; por ejemplo, al aplicar un examen de opción múltiple a los estudiantes para medir qué aprendieron durante un trimestre, no se evalúa, sino que se mide el aprendizaje sobre aspectos específicos. Para que la medición abone a la evaluación, desde el enfoque formativo, es necesario comparar el puntaje obtenido con elementos de referencia establecidos desde la planeación, como los aprendizajes esperados, y emitir un juicio sobre el logro de éstos a partir de diversos mecanismos, como conversar con los estudiantes sobre sus respuestas erróneas para identificar la causa subyacente (podría ser que la base del reactivo no sea clara, o que exista un problema de comprensión lectora), por mencionar alguno.

La estimación es la apreciación del docente sobre los procesos de aprendizaje de cada estudiante a partir del análisis de fuentes cualitativas (como el puntaje obtenido en un examen) y cuantitativas (como su valoración con respecto al aprendizaje de los estudiantes a partir de la observación, el registro de evidencias y los datos obtenidos de la autoevaluación y la coevaluación, por ejemplo).

Es a partir de la estimación que se toman decisiones sobre qué calificación asignar a cada estudiante y se decide si un estudiante acredita o no el ciclo escolar. En este sentido, cabe mencionar que los Aprendizajes Clave no consideran la asignación de calificación reprobatoria a los estudiantes de preescolar y primer ciclo de primaria, pues se parte de la premisa de que están en proceso de alfabetización inicial y su nivel de desarrollo y dominio es diferente. Para el segundo ciclo de primaria se espera que los estudiantes logren los aprendizajes esperados de forma más equilibrada.

Funciones de la evaluación

La evaluación es importante porque es un insumo para favorecer el aprendizaje de los estudiantes haciendo hincapié en solventar las dificultades y reconocer los logros, y porque provee información para ser comunicada a otros. Así, la evaluación responde a dos funciones, una de carácter pedagógico, y la otra, social.

La función pedagógica se vincula con la evaluación continua que lleva a cabo el docente, capaz de adaptarse a las necesidades de los estudiantes en lo individual y en lo colectivo a partir de la comparación, la regulación, la reflexión y la mejora de las situaciones didácticas. Sin esta función no se podrían realizar los ajustes que en un momento determinado son necesarios para el logro de los aprendizajes esperados, ni se podría saber si se ha conseguido el propósito deseado en determinada asignatura o área de desarrollo personal y social en un trimestre, durante el ciclo escolar o al final de un nivel educativo.

La función social de la evaluación se relaciona con la selección, la acreditación, y la certificación de los aprendizajes de los alumnos, y responde a la necesidad de la sociedad por cerciorarse que los estudiantes poseen determinadas conocimientos y competencias tras cursar un trimestre, un grado o un nivel educativo.

La evaluación con sus funciones pedagógica y social se realiza en diversos momentos con propósitos distintos, como el diagnóstico de los conocimientos previos de los estudiantes; el seguimiento de su aprendizaje a lo largo de un periodo a fin de reorientar las prácticas docentes y promover la mejora continua; la aprobación, la certificación del aprendizaje y la selección de los alumnos para la obtención de un lugar o reconocimiento, o la definición de políticas y la rendición de cuentas a la sociedad acerca de la formación que se brinda a los educandos.

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