La evaluación en el Plan y programas de estudio 2017

(Parte 2)
Por Esther López-Portillo

Momentos o tipos de evaluación desde el enfoque formativo

Existen tres momentos o tipos de evaluación desde el enfoque formativo: diagnóstica, formativa y sumativa. La evaluación diagnóstica es aquella que se realiza al inicio del proceso educativo. Es parte medular de la evaluación formativa, pues permite identificar los saberes de los estudiantes en relación con los aprendizajes esperados que deberían haber logrado. Además, es un insumo fundamental para la planeación docente.

La evaluación formativa es la que se realiza permanentemente durante el proceso de aprendizaje con el fin de favorecerlo. Tiene la función de mejorar una intervención en un momento determinado y para un grupo específico de estudiantes. Su propósito es evaluar las actividades iniciales y de seguimiento establecidas en la planeación. Cuenta con dos componentes: la implementación y el progreso.

La evaluación de la implementación pretende valorar si lo propuesto en la planeación realmente favorece el aprendizaje de los estudiantes en lo individual y lo colectivo. Para llevarla a cabo, el docente necesitará hacer varias pausas para analizar si su propuesta favorece o no el logro de los aprendizajes esperados.

La evaluación del progreso, en cambio, valora el avance en el logro de las metas de la planeación. Para concretarla, es necesario recolectar información a fin de determinar el impacto que han tenido las estrategias utilizadas para el alcance de los aprendizajes esperados por parte de los alumnos.

La evaluación sumativa tiene el propósito de obtener un juicio global sobre el aprendizaje de los estudiantes. Es la que se realiza al final de un trimestre o grado con el propósito otorgar una calificación. Este tipo de evaluación necesita considerar la calidad y el impacto de una serie de actividades que han sido implementadas en su totalidad (de carácter cuantitativo y cualitativo).

Tanto el Modelo Educativo como los Aprendizajes Clave piden que las acciones de evaluación que se realicen en la escuela, específicamente en el aula, con propósitos diagnósticos, formativos o sumativos, y con fines acreditativos o no, se realicen a partir del enfoque formativo, lo que implica que las evidencias obtenidas sobre el progreso de los estudiantes, así como las estimaciones del docente sobre su aprendizaje promuevan la toma de decisiones que permita el logro y el mejoramiento de los aprendizajes de los estudiantes a partir de la intervención didáctica. Una calificación asignada sin propuesta de mejora resulta inadecuada para favorecer el aprendizaje de los estudiantes y, por tanto, es contraria al enfoque formativo.

Desde el enfoque formativo de la evaluación, los elementos para favorecer el logro de los aprendizajes esperados son: dar seguimiento al progreso de cada estudiante, ofrecerle oportunidades de aprendizaje, mejorar la práctica docente y proporcionar información para la acreditación, la promoción y la certificación de estudios. Los referentes para la evaluación de los aprendizajes de los estudiantes son los aprendizajes esperados incluidos en los Aprendizajes Clave (Plan y programas de estudio para la educación básica).

Aprendizajes Clave. Orientaciones didácticas y sugerencias de evaluación

Como parte de la colección Aprendizajes Clave (Plan y programas de estudio para la educación básica), está prevista la publicación de diversos materiales complementarios (uno para preescolar, uno por grado de primaria que contiene tanto asignaturas como áreas de desarrollo personal y social, y uno para secundaria por asignatura) que contienen, además de orientaciones didácticas, sugerencias de evaluación congruentes con el enfoque formativo.

Estas propuestas son ideas para llevar a cabo la evaluación de determinados organizadores curriculares; sin embargo, son los docentes quienes decidirán qué camino seguirá la evaluación que cada uno aplique y cuáles estrategias e instrumentos adoptarán para llevarla a cabo.

Estrategias de evaluación desde el enfoque formativo

Como parte de la incorporación de la evaluación desde la planeación del docente, es importante considerar el uso de estrategias de evaluación adecuadas para favorecer el aprendizaje de los estudiantes. Las estrategias de evaluación consisten en el conjunto de métodos, técnicas y recursos que utiliza el docente para valorar el aprendizaje de los estudiantes. Los métodos son los procesos que orientan el diseño y la aplicación de estrategias; las técnicas, las actividades específicas que llevan a cabo los estudiantes cuando aprenden, y los recursos son los instrumentos o las herramientas que les permiten, tanto a docentes como a estudiantes, tener información específica sobre el proceso de aprendizaje.

Como estrategas, los docentes necesitarán proyectar, ordenar y orientar las acciones de evaluación para cumplir con los objetivos de aprendizaje. A fin de diseñar una estrategia de evaluación efectiva y elegir los instrumentos más adecuados, es fundamental realizar una evaluación inicial al comienzo de cada periodo de aprendizaje, pues esto permitirá conocer el punto de partida de los estudiantes e identificar sus necesidades de aprendizaje.

Así, el diseño de una estrategia de evaluación desde el enfoque formativo considera la integración holística de contenidos curriculares; las características de cada estudiante y del grupo; el nivel de conocimientos, competencias y habilidades; los objetivos a alcanzar (aprendizajes esperados); la técnica de evaluación, y los instrumentos que permitirán llevarla a cabo.

Técnicas de evaluación

Las técnicas son los procedimientos utilizados para obtener información sobre el aprendizaje de los estudiantes, siendo las dos principales: observación y desempeño. Las técnicas de observación suelen ser auxiliares de las técnicas de desempeño y sirven para establecer su valoración.

Existen dos formas de observación: sistemática y asistemática. En la sistemática el observador ha definido previamente sus propósitos, es decir, sabe qué aspectos específicos va a evaluar. La asistemática, en cambio, consiste en que el observador registre la mayor cantidad de información sin tener propósitos definidos, para sistematizarla posteriormente y recuperar los hallazgos que arroje, con base, por ejemplo, en similitudes, diferencias, correlaciones, entre otros aspectos. La primera posibilidad, por ser estructurada, suele ser más objetiva, consistente y auditable.

Sin embargo, en cualquiera de los casos es fundamental cuidar que el registro sea fiable, lo cual permitirá que, al analizar las estrategias y los instrumentos utilizados, se cuente con datos de calidad que permitan continuar o replantear el camino.

Las técnicas de observación de desempeño, por su parte, requieren que el estudiante responda o realice una tarea que demuestre su aprendizaje sobre determinado asunto. Involucran la integración de conocimientos sobre contenidos específicos, competencias, habilidades y actitudes puestas en juego para el logro del propósito de aprendizaje.

Estrategias didácticas e instrumentos de evaluación

Una estrategia didáctica es un procedimiento organizado que busca alcanzar una meta. Ésta se establece desde la planeación y se construye a partir de un conjunto articulado de acciones que, progresivamente, llevan al logro del objetivo de aprendizaje. Las estrategias son siempre conscientes e intencionales.

Los instrumentos de evaluación, por otro lado, son los recursos específicos con los que cuentan tanto docentes como estudiantes para valorar cada situación de aprendizaje. Dadas la complejidad y la diversidad de elementos que dan indicios sobre el proceso, es necesario, como parte de la estrategia de evaluación, seleccionar cuidadosamente los instrumentos a utilizar en cada fase, considerando qué se pretende verificar o valorar con cada uno. Los instrumentos de evaluación son el hilo conductor de la estrategia.

Diversos tipos de técnicas e instrumentos de evaluación

Desde el enfoque formativo de la evaluación, es posible incorporar a la práctica docente técnicas de evaluación informal, como la observación del trabajo individual y grupal de los alumnos: registros anecdóticos, listas de control, diarios de clase; cuestionamientos orales tipo pregunta-respuesta-retroalimentación; técnicas semiformales como la producción de textos amplios; la realización de ejercicios en vivo; tareas y trabajos; la evaluación de portafolios, y técnicas formales como exámenes, mapas conceptuales, evaluación del desempeño, rúbricas, lista de verificación o cotejo y escalas de valoración. Todas las evidencias resultantes de estas técnicas pueden ser insumos para la evaluación cualitativa y cuantitativa.

Periodos de evaluación en el Modelo Educativo

Los docentes registrarán el resultado de la evaluación formativa de los estudiantes de primaria y secundaria asignándoles una calificación de 5 a 10 para las asignaturas de los campos de formación académica; para las áreas de desarrollo personal y social realizará una valoración cualitativa, lo mismo que en las actividades correspondientes a los ámbitos del componente de autonomía curricular. Ambos registros serán consignados en el Reporte de Evaluación, que servirá para comunicarles su desempeño a los estudiantes, y asimismo a sus padres o tutores en los meses de noviembre, marzo y julio.

En los casos en que sea necesario, como complemento al Reporte de Evaluación, el docente escribirá un informe para cada estudiante sobre las áreas en que requiera apoyo de algún tipo, para que la escuela y la familia lleven a cabo las acciones necesarias para favorecer su aprendizaje.

Asimismo, como parte de la evaluación formativa, es necesario que a partir del primer periodo de evaluación el docente consigne en el Reporte de Evaluación si existen riesgos de que algún estudiante no logre los aprendizajes esperados, cuáles son, y qué estrategias de intervención serán necesarias para evitar su rezago.

Conclusión

El Modelo Educativo y los Aprendizajes Clave, como se ha visto a lo largo del texto, dan continuidad al enfoque formativo de la evaluación, que se considera parte fundamental del proceso de aprendizaje, tanto para orientar a los docentes sobre las dificultades y los logros de los estudiantes, como para dar información a los propios estudiantes sobre su proceso.

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