Por Verónica Garduño G.
¿Qué compuesto es el principal causante del efecto invernadero: el dióxido de carbono, el monóxido de carbono o el ozono? ¿Estás seguro? Ahora responde: ¿cuál es una función del agua en el cuerpo humano: transportar nutrientes y oxígeno a todas las células del cuerpo o producir aminoácidos, lípidos y hormonas? Una más: con los metales se pueden hacer láminas muy delgadas, ¿ello se debe a su maleabilidad o a su ductilidad?
Quizás en tu formación básica te hayan enseñado los conocimientos que responden a esas preguntas; tal vez hiciste algún examen y lo aprobaste, pero esa información ya está olvidada o es imprecisa. Acaso no encuentres en los conocimientos implicados en las interrogantes anteriores ninguna aplicación práctica o relación con tu vida, y por eso se han borrado de tu memoria. Así les pasa a muchos alumnos mexicanos, quienes muestran en las pruebas internacionales conocimientos científicos muy por debajo de los que logran estudiantes de países desarrollados. Además, carecen de la habilidad para manejar información científica y aplicarla a la solución de problemas concretos de la vida.
Fernando Flores Camacho, coordinador del libro La enseñanza de la ciencia en la educación básica en México, editado por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), señala que todos los indicadores, las evaluaciones y las investigaciones hechas en años recientes relacionadas con la comprensión de los estudiantes de temas científicos despiertan alarma. Una señal preocupante es que se manejan concepciones de la ciencia que no van de acuerdo con los nuevos enfoques educativos para mejorar su enseñanza.
Por otro lado, las evaluaciones del INEE muestran serios problemas en la enseñanza de las ciencias. El mayor obstáculo es que la ciencia no forma parte de nuestra cultura, lo cual se traduce en la manera como la sociedad mexicana la concibe y considera que debe enseñarse. Por ejemplo, existe la percepción de que es una actividad exclusiva de personas superdotadas, que revela verdades absolutas e incuestionables, y que es potencialmente peligrosa.
Las dificultades para lograr un aprendizaje de calidad en ciencias son muchas. Por ejemplo, un profesor de ciencias de secundaria puede llegar a atender a trescientos alumnos; semejante carga de trabajo estorba, sin duda, el logro de aprendizajes significativos y profundos.
Otro problema es que la formación recibida por los docentes para enseñar ciencias de manera eficiente es incompleta. Los alumnos necesitan aprender que la producción científica es un proceso colectivo donde se realizan actividades de observación y la información se procesa usando el método científico. En cambio, con frecuencia se enseñan estas disciplinas apegándose a la memoria y al dictado, con lo cual se ofrece la imagen distorsionada de una actividad marginal e inútil.
En muchos casos la ciencia ha estado al margen tanto de la formación de los maestros como de su vida cotidiana. Si se quiere que los docentes desarrollen un pensamiento matemático y científico para trabajar con sus alumnos, debe incluirse en su formación inicial, considera Ángel Díaz Barriga, investigador emérito del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Asimismo, faltan espacios que permitan vincular la teoría con la práctica y posibiliten a los alumnos desarrollar habilidades experimentales para aprender la metodología científica. Cuando se cuenta con estos espacios muchas veces se usan para llevar a cabo experimentos en los que se siguen ciertos pasos mecánicos con el fin de obtener un resultado establecido, impidiendo un verdadero aprendizaje con significado. Sin duda, se trata de un problema complejo, y así lo reconocen los especialistas. Se ha intentado resolver durante muchos años, pero aún no se llega a una solución satisfactoria.
En un artículo publicado en la revista Ciencias, de la Facultad de Ciencias de la UNAM, Juan Luis Hidalgo Guzmán, un maestro en educación primaria que estudió la carrera de Física y Matemáticas en el Instituto Politécnico Nacional, habla de su experiencia a lo largo de casi quince años de trabajo con docentes de educación básica en el estado de Oaxaca, en una propuesta didáctica que denomina “La ciencia en la escuela”.
Su estrategia consiste en despertar en los alumnos un verdadero deseo de aprender, un interés genuino que encuentre significado en los conocimientos adquiridos. Para lograrlo, ha escrito narraciones o historias con sentido científico, las cuales utilizan como punto de partida para compartir una situación didáctica.
Otra estrategia consiste en convertir los temas en problemas de investigación. Los estudiantes hacen tareas que incluyen los pasos del método científico: observación, planteamiento del problema, hipótesis, experimentación y verificación. Los proyectos también exigen búsquedas bibliográficas, trabajo de campo, experimentación, exploración, medición, cálculo y elaboración de dibujos y diagramas. Esto se parece más a la forma como trabajan los científicos para llegar a sus conclusiones.
El autor asegura que los estudiantes viven el cambio conceptual: al inicio tienen creencias y dan por ciertas las versiones del sentido común, después son capaces de explicar éstas con conceptos científicos. El modelo de enseñanza tiene mucho cuidado en no reducir la imagen de la ciencia a noticias y hallazgos, porque hacerlo deja de lado el trabajo de investigación.
Se trata de un caso de éxito. Podemos seguir sus pasos y retomar también otras experiencias de programas y prácticas educativas exitosas, así como analizar críticamente las de otros países, para adaptar sus logros a las circunstancias de México.
Lo importante es reflexionar cómo se construye el conocimiento científico; posteriormente, imaginar cómo se podría reproducir dentro del aula y encontrar estrategias para desarrollar competencias científicas en los estudiantes. Puedes encontrar las propuestas del INEE en el documento PISA en el aula: ciencias.
Si quieres conocer una visión crítica acerca de la manera como se ha abordado la enseñanza de la ciencia en el pasado, el libro editado La enseñanza de la ciencia en la educación básica en México (INEE, 2012) presenta la opinión de más de una docena de especialistas sobre el tema. Es una excelente revisión histórica de lo que ya se ha hecho, y un diagnóstico de lo que falta por hacer.
Referencias
HIDALGO, Juan Luis (2015). “La enseñanza de las ciencias en la educación básica”. Ciencias 115-116 (enero-junio).
INEE. Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (2008). PISA en el aula ciencias. Ciudad de México: INEE.
INEE. Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (2012). Mesa de análisis Panorama Educativo de México 2012. Indicadores del Sistema Educativo Nacional. Educación básica y media superior (en línea).
INEE. Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (2012a). La enseñanza de la ciencia en la educación básica en México. Ciudad de México: INEE.