Para fortalecer la comprensión lectora

De acuerdo con cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés), en promedio un mexicano lee menos de tres libros al año. Por otra parte, 48% de los jóvenes del país jamás ha estado en una biblioteca (El Siglo de Torreón, 2015). Este panorama, por demás alarmante, encuentra en la escuela básica su semillero y se extiende a todo el sistema educativo nacional. El analfabetismo funcional fomentado desde la educación básica arroja a la vida laboral, al término de la educación superior, profesionales incapaces de cuestionar con argumentos su realidad.

Por Raúl Uribe

Una lectura atenta a los planteamientos del Nuevo Modelo Educativo invita a los docentes a privilegiar la enseñanza del español desde las prácticas sociales del lenguaje. El corazón del enfoque consiste en que los alumnos hagan suyos los aprendizajes al pasar de lo meramente nocional al desarrollo de las habilidades. En otras palabras: por medio de una adecuada transposición didáctica, los contenidos disciplinares deben convertirse en herramientas que les permitan mejorar sus técnicas de estudio, fomentar la sana convivencia y ejercer su derecho a la participación.

En este sentido, el ejercicio de la lectoescritura, incluida en todas las prácticas sociales del lenguaje, ha de rebasar la simple codificación de palabras y signos ortográficos para fomentar el desarrollo de habilidades por medio de la acción. No basta, pues, que los alumnos memoricen ciertas sintaxis, sino que deben experimentar cómo éstas les permiten expresarse con claridad. Los propósitos sociales y comunicativos ocupan, desde este punto de vista, un lugar preponderante. El docente, entonces, ha de optar por ejercicios escritos vinculados a la vida cotidiana y por obras de interés para los alumnos. Por ejemplo, en análisis de textos en los que el uso de las reglas sintácticas puede modificar el sentido fomentará la reflexión sobre el lenguaje y sus convenciones en contextos significativos.

Sin embargo, nada de esto será suficiente si lo aprendido en la asignatura de Español no trasciende a otros campos del saber. Para arraigar la práctica de las habilidades sociales del lenguaje, es necesario que en otros contenidos los alumnos hagan uso de estos aprendizajes (De la Peza, 2014):

La lectura es la vía para acceder al conocimiento escrito, una herramienta indispensable para el aprendizaje en todas las disciplinas que exigen el desarrollo de capacidades cognitivas superiores, como la reflexión y la crítica. En ese sentido, el éxito escolar o laboral y el grado de autonomía personal se relacionan directamente con la competencia lectora.

El aprovechamiento constante de la biblioteca escolar y de aula ayudará a que los aprendizajes que se ubican en el ámbito de la literatura apuesten a la función creativa del lenguaje y a que los alumnos conozcan y comprendan otras formas de ver el mundo. En el ámbito de la participación, con la finalidad de que estos aprendizajes sean significativos, debe optarse por el análisis de noticias sobre temas importantes e interesantes para los jóvenes, e invitarlos a que identifiquen, en los documentos normativos, herramientas para ejercer su participación desde un punto de vista responsable y maduro, acorde con el nivel sociocognitivo de cada grado.

La amplitud del vocabulario resulta un aspecto sustancial no sólo en la adquisición de la lectoescritura como herramienta para la decodificación, sino para comprender y darse a entender a cabalidad. El desarrollo de habilidades de lectura sigue recayendo en el docente, pero éste no puede ser el único responsable, es preciso que se involucren otros agentes educativos.

Finalmente, en la enseñanza de la lectoescritura se trabaja poco la atención a la diversidad, y se percibe que las alumnas y los alumnos son un cuerpo homogéneo que aprende de igual forma, al mismo ritmo y mediante recursos idénticos. Aunque es una tarea retadora, el profesorado debe encontrar vías de desarrollo para todos sus estudiantes, teniendo en mente que la lectoescritura no es meramente un contenido disciplinar, sino una habilidad para toda la vida.

Referencias

DE LA PEZA, M., Rodríguez, L., Hernández, I., y Rubio, R. (2014). “Evaluación de competencias de lectoescritura en alumnos de primer ingreso a la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco”. Argumentos 27 (74): 119-153.

EL SIGLO DE TORREÓN (2015). “¿Cuál es la situación actual de la lectura en México?”. El Siglo de Torreón, 31 de agosto.

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