Agenda 2030 para el desarrollo sostenible en educación: retos y prospectiva

La Agenda 2030 delinea nuevos retos para la política educativa del país. Los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) en México han derivado en un importante proceso de planeación participativa que representa un cambio en la forma de concebir los problemas de política pública.

Patricia Vázquez ofrece un diagnóstico preciso sobre el objetivo cuatro y explora soluciones para superar los desafíos que presenta.

Patricia Vázquez del Mercado
Consejera de la Junta de Gobierno del INEE

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Introducción

En las últimas décadas, varios documentos y ordenamientos internacionales han planteado el reto de atender los problemas educativos comunes a escala global. El punto de encuentro que actualmente sirve de referencia es la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, propuesta por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y adoptada por 193 Estados miembro desde finales de 2015. Dicho documento contempla diecisiete objetivos organizados en tres dimensiones de desarrollo: inclusión social, protección ambiental y crecimiento económico.

En este marco global, México ha participado de manera activa y proactiva, y se ha caracterizado por colaborar con los países integrantes de la ONU en la adopción, adaptación y desarrollo de políticas públicas que permitan responder al origen de las preocupaciones propuestas por la Agenda 2030.

Aunque la Agenda permite identificar retos similares y fomentar acciones de cooperación internacional, a nivel nacional exige la atención en diversos ámbitos particulares. Por décadas, se ha intentado detonar una agenda interinstitucional con base en tales desafíos; hoy se obliga su vigilancia en un marco de sustentabilidad.

En materia educativa, los planteamientos y las metas no son un tema menor. El ODS 4, “Educación de calidad”, exige una profunda revisión de las participaciones del sector gubernamental, la sociedad civil y la academia, con el objetivo de cuantificar y establecer mecanismos comunes que reflejen los avances en la implementación de las políticas públicas educativas, considerando los retos pendientes.

Participación de México en la Agenda 2030

A pocos meses de que se aprobara la Agenda en la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, en México inició una discusión sobre la forma en la que debían traducirse los 17 objetivos, las 169 metas y los 231 indicadores globales, de manera que se conservaran sus características: universalidad, indivisibilidad y vinculación entre sí.

En su momento, se instalaron comisiones y grupos de trabajo en todos los niveles de la administración pública federal. En las discusiones se incluyeron las voces de funcionarios de gobierno, organismos no gubernamentales, empresarios e investigadores, que en conjunto marcaron la ruta para la estrategia nacional.

Al inicio, lo relevante era socializar los retos y alcances de una muy ambiciosa agenda para México, pero al mismo tiempo resultaba importante incorporar las acciones ya implementadas y las experiencias exitosas. Las acciones promovidas se concretaron a nivel nacional a través de la elaboración de la Estrategia Nacional para la Puesta en Marcha de la Agenda 2030 (Presidencia de la República, 2018b) y los informes nacionales voluntarios. El último se presentó en 2018 y, con él, México se convirtió en uno de los ocho países del mundo que hicieron pública su intención de cumplir con la Agenda 2030, junto con Benín, Colombia, Egipto, Qatar, Suiza, Togo y Uruguay (Gobierno de la República, 2018).

Los principios de la Agenda 2030 en educación

De la Agenda, el tema educativo ocupa el cuarto lugar, después de los objetivos relacionados con la pobreza, el hambre en el mundo y la salud. El objetivo que aquí nos interesa destaca la importancia de garantizar una educación de calidad, que consiste en “una educación incluyente y equitativa […] y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todas y todos” (ONU, 2018).

Con el fin de analizar los avances en este objetivo, resulta imprescindible atender los principios que han constituido el marco de referencia en la estrategia nacional y que le dan coherencia al alcance de las metas y los indicadores.

No dejar a nadie atrás: igualdad. Es el primer compromiso de la Agenda 2030 y considera que un modelo de desarrollo sostenible debe garantizar los derechos humanos de todas las personas. En educación, el compromiso busca asegurar condiciones con un enfoque de equidad desde el nacimiento y durante toda la vida.
Promover la universalidad. Se refiere a la responsabilidad compartida de todos los países por encontrar soluciones a los problemas globales. La educación desempeña un papel preponderante para fomentar y formar la conciencia de las futuras generaciones sobre el desarrollo sostenible.
Impulsar las alianzas multiactor: inclusión. Requiere el trabajo en conjunto y el compromiso de todos los actores involucrados. En educación, exige ejercicios para crear colectivamente, coproducir y colaborar en la solución de los problemas que plantean las metas y los indicadores.
Integralidad, interdependencia e indivisibilidad: sostenibilidad. Las tres principales dimensiones de la Agenda 2030 —económica, social y medioambiental— deben concebirse de manera conjunta, pues los problemas actuales no responden a una lógica unidimensional. La posibilidad de establecer sinergias y abordar de manera integral, interdependiente e indivisible las problemáticas que se presentan permite, por ejemplo, considerar la inclusión del desarrollo sostenible como un tema transversal en el currículo de la educación obligatoria.

Retos de implementación de la Agenda 2030 en materia educativa

El ODS 4 ha tenido su propia trayectoria en los últimos tres años. El desarrollo del Foro Mundial sobre la Educación, en mayo de 2015, convocó a participantes de ciento sesenta países y fue la plataforma para la formulación y redacción del objetivo referente a la educación de calidad.

En noviembre del mismo año se aprobó, en París, el Marco de Acción Educación 2030, que encuadra concretamente el aprendizaje a lo largo de la vida. Para dar cuenta de los avances, los informes de seguimiento de la educación en el mundo —Monitor de Emprendimiento Global (GEM, por sus siglas en inglés)— son el mecanismo responsable de mostrar los resultados hasta 2030.

A escala nacional, la Secretaría de Educación Pública (SEP) ha sido la responsable de articular los diversos grupos de trabajo y de conciliar las voces de especialistas en el tema. En el marco de la estrategia nacional, impulsada por el gobierno federal, destaca la necesidad de contar con una hoja de ruta que permita sumar esfuerzos y orientar el diálogo en materia educativa.

En México existe un primer consenso entre los actores involucrados. De las diez metas específicas contenidas en el ODS 4, siete fueron diseñadas con la intención de obtener resultados cuantificables, mientras que las tres restantes se elaboraron como mecanismos de seguimiento y ejecución para alcanzar a las demás.

Las primeras siete metas específicas se proponen para 2030: a) alcanzar la universalización de la educación primaria y secundaria; b) brindar acceso y servicios de calidad en la atención y desarrollo para la primera infancia y preescolar; c) asegurar el acceso en igualdad de condiciones para los tipos de educación técnica, media superior y superior; d) aumentar las competencias para los jóvenes y adultos con fines laborales o de emprendimiento; e) eliminar las disparidades de género y promover la igualdad y equidad en la educación obligatoria; f) mejorar los indicadores de alfabetización y las competencias académicas básicas; y g) promover una educación sostenible en todos los niveles educativos.

En relación con las tres metas de seguimiento y ejecución, se plantean las siguientes necesidades: a) construir un diseño institucional que promueva ambientes de aprendizaje innovadores y eficaces; b) aumentar el número de becas para apoyar a los alumnos que más lo necesiten; y c) contar con docentes mejor preparados para enfrentar un contexto cambiante.

Dado que el planteamiento de problemas en forma de objetivos de la Agenda 2030 es un modelo innovador de acercamiento a la realidad, resulta necesario revisar detenidamente la participación de los actores involucrados. El ODS 4 tiene metas e indicadores que exigen la vinculación con los gobiernos estatales y municipales. Ello supone una colaboración estrecha con las escuelas y los docentes, que aún es muy difícil visualizar.

Superar los retos que enfrenta la agenda educativa exige un importante esfuerzo de información que oriente al sector sobre los alcances, niveles de participación y requerimientos de las figuras involucradas, quienes se enfrentan todos los días a desafíos sociales y culturales que poco se dibujan en la agenda internacional.

Los informes de seguimiento nos brindan algunas pautas de reflexión sobre los retos de la implementación de la Agenda en el marco nacional. El primero pone en relieve la importancia de promover un sistema educativo con nuevos enfoques orientados a impulsar la asistencia y permanencia de todas las niñas, los niños y los jóvenes en edad escolar. Ello exige el compromiso de los diversos niveles de gobierno: para alcanzar la universalidad de la educación básica, el trabajo de las autoridades locales es fundamental. Si permanecen las tendencias actuales, sólo 70% de las niñas y los niños de los países de bajos ingresos terminará la primaria en 2030, a pesar de que este objetivo debió ser alcanzado en el año 2015 (UNESCO, 2017a).

Una visión sostenible de los sistemas educativos exige que desde la escuela se aprenda, se conciencie y se dialogue sobre los retos del medio ambiente y del desarrollo social y cultural. Por esta razón, el aprendizaje a lo largo de la vida, el conocimiento tradicional y el fortalecimiento de la enseñanza de las lenguas locales adquieren una relevancia mayor, pues refuerzan las identidades y los vínculos intergeneracionales, que pueden abordarse desde un nuevo planteamiento curricular.

Y, en efecto, la Agenda 2030 destaca la necesidad de diseñar un planteamiento curricular novedoso, basado en la formación de ciudadanía y con un enfoque de sustentabilidad. Mirar la educación con una visión que incorpore los paradigmas actuales sobre competencias para la vida y habilidades socio-emocionales es una tarea pendiente que también debe integrarse a este proyecto.

Alcanzar las metas del ODS 4 requiere una profunda trasformación curricular. La experiencia internacional nos muestra que la modificación de planes y programas de estudio no debe subordinarse a periodos de gobierno y que las nuevas propuestas merecen un minucioso análisis en la agenda mundial, especialmente en América Latina.

Por último, es fundamental abordar el tema de los docentes. Si bien una de las metas describe la importante tarea de contar con maestros mejor cualificados para 2030, la Agenda debiera ser un instrumento de abordaje en la discusión docente. La lejanía que pueda mostrar una ruta de trabajo global con respecto a la realidad local es inmensa; sin embargo, los cambios educativos se dan desde el aula y para el aula.

La responsabilidad que se deposita en el ODS 4 es muy alta, pues al menos una meta de cada uno de los diecisiete objetivos restantes tiene correlación directa con la formación de los ciudadanos. Como bien indica el Informe GEM, el vínculo entre la educación y los demás objetivos es de ida y vuelta. La salud, la igualdad de género o la pobreza no pueden separarse de la agenda educativa.

Sin duda, la educación como una herramienta de desarrollo de capacidades puede tener efectos multiplicadores para los diversos objetivos de desarrollo sostenible. Por esta razón, existe una imperante necesidad de incluir en la discusión la importancia del rol docente, que por ahora se ha desdibujado en las estrategias de implementación.

Conclusiones

Para México, la Agenda 2030 representa un cambio en la forma de concebir los problemas públicos y encontrar soluciones transversales que tomen en cuenta su interrelación. El camino hacia el cambio y la transformación exige, además, explorar múltiples formas de trabajo y alternativas de solución.

Sin embargo, aún existen muchos conceptos que no están cubiertos por los indicadores propuestos. Es necesario hacer un seguimiento del progreso del ODS 4, que dé cuenta de la complejidad de los factores que intervienen en el avance de los resultados educativos. En este sentido, los sistemas de evaluación y estadística tienen un gran reto por delante para generar información oportuna que permita combatir la desigualdad y garantizar una educación de calidad para todos.

En el espíritu de no dejar a nadie atrás, la puesta en marcha del ODS 4 ya no puede ser considerada únicamente como una tarea de gobierno, sino que debe asumirse como una responsabilidad compartida entre los múltiples actores de la sociedad. En manos de todos los involucrados está la tarea de convertirla en un instrumento de planeación flexible y dinámico para el monitoreo, la evaluación y la concreción de las metas nacionales.

Por tal razón, este marco internacional se convierte en una ocasión inigualable con vistas a generar diálogos entre diversos sectores y fomentar su participación activa. La Agenda 2030 representa una oportunidad única para ajustar y mejorar políticas públicas a partir de la evidencia, fomentar acciones que trasciendan una administración federal, generar alianzas entre diversos sectores, promover la cooperación interregional y el intercambio de conocimientos y buenas prácticas, y —sobre todo— aprovechar la cooperación internacional.

La puesta en marcha de la Agenda ha requerido, y requiere todavía, un inmenso proceso de planeación participativa con un enfoque integral, transversal y coherente sobre política pública, que tome en cuenta la perspectiva de los derechos humanos y que a su vez integre una visión de lo que significa un futuro sostenible para México.

Referencias

DEPARTAMENTO DE CIENCIA, TECNOLOGÍA E INNOVACIÓN DEL GOBIERNO DE COLOMBIA (COLCIENCIAS) (2018). Libro verde 2030. Política nacional de ciencia e innovación para el desarrollo sostenible [en línea].

GOBIERNO DE LA REPÚBLICA (2018). Informe nacional voluntario para el foro político de alto nivel sobre desarrollo sostenible. Bases y fundamentos en México para una visión del desarrollo sostenible a largo plazo.

INSTITUTO MEXICANO DE LA JUVENTUD (INJUVE) (2018). Agenda para las juventudes de México hacia el 2030. Alcances de la agenda de desarrollo sostenible. Ciudad de México: Dirección de Investigación y Estudios sobre Juventud-INJUVE.

ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS (ONU) (2018). Progresos realizados para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible [en línea].

ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA EDUCACIÓN, LA CIENCIA Y LA CULTURA (UNESCO) (2017a). La educación al servicio de los pueblos y el planeta: creación de futuros sostenibles para todos.

ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA EDUCACIÓN, LA CIENCIA Y LA CULTURA (UNESCO) (2017b). Rendir cuentas en el ámbito de la educación: cumplir nuestros compromisos.

PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA (2017). Guía para incorporar el enfoque de la Agenda 2030 en la elaboración de planes estatales y municipales de desarrollo.

PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA (2018a). Estrategia nacional para la puesta en marcha de la Agenda 2030. Documento inicial para la consulta.

PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA (2018b). Estrategia nacional para la puesta en marcha de la Agenda 2030. Documento de trabajo con los resultados de la consulta pública.

PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA (2018c). Proceso para la instrumentación de la Agenda 2030 en México [en línea].

SECRETARÍA DE HACIENDA Y CRÉDITO PÚBLICO (SHCP) (2017). Vinculación del presupuesto a los Objetivos del Desarrollo Sostenible. Anexo 2 de los lineamientos para el proceso de programación y presupuestación para el ejercicio fiscal 2018.

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