El libro La Escuela Normal. Una mirada desde el otro, coordinado por Patricia Ducoing Watty y editado por el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la Universidad Nacional Autónoma de México, analiza detalladamente al normalismo mexicano ante el reto que tiene frente a sí en la actualidad: comprometerse a un cambio radical para mejorar el sistema de profesores, o bien, ocuparse de sobrevivir y lograr estabilidad.
En dicha publicación, las autoras Concepción Barrón Tirado, Claudia Pontón Ramos, y Laura Rodríguez del Castillo, analizan los objetivos, alcances y limitaciones de la reforma de 1997. Sus principales aportaciones son abordadas en el presente artículo.
Revisión crítica de la anterior reforma
En el capítulo “La reforma de la Escuela Normal de 1997. Algunas consideraciones críticas”, Concepción Barrón y Claudia Pontón explican que, a finales del siglo XIX, el magisterio se convirtió en una profesión de Estado que adquirió una creciente influencia y mayor intervención en las decisiones gubernamentales en materia de instrucción pública del país.
El contexto histórico
“La enseñanza normal nace y se desarrolla como una institución de Estado y su tarea principal era la formación de maestros para la instrucción primaria”, destacan las investigadoras. Su tarea, añaden, consistía en impartir la formación básica, de acuerdo con los programas establecidos por el Estado.
La reforma educativa que tuvo lugar en México fue parte de un movimiento que sacudió a América Latina. Sus principales premisas fueron: una educación adecuada a los cambios; acorde a las necesidades de la sociedad del conocimiento; calidad y equidad como ejes rectores; importancia de la cuestión económica; surgimiento de la participación del sector privado; y mayor presencia de padres de familia y de la comunidad.
Ejes rectores de la modernización
Dos iniciativas destacan en este periodo: 1) el Programa para la Modernización Educativa (1989-1994), que daba prioridad a la formación de docentes de educación básica, así como la revisión de los planes y programas de la Normal; y 2) el Programa de Desarrollo Educativo (1995-2000), que pretendió la consolidación de las Normales y la mejora de su funcionamiento, a través del Programa para la Transformación y el Fortalecimiento Académicos de las Escuelas Normales.
“En el ámbito educativo la década de los ochenta representa un momento significativo en el marco de las reformas orientadas al mejoramiento del trabajo docente, sin descuidar los esfuerzos por elevar el nivel de escolarización de la población infantil (en cuanto a cobertura educativa), ampliación de la escolaridad obligatoria (prescolar, primaria y secundaria) e intentos por actualizar y flexibilizar las propuestas curriculares en todos los niveles educativos”.
Las especialistas sitúan “el proyecto denominado modernizador” entre los sexenios de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, que en lo educativo implicó llevar a cabo una reforma al artículo tercero constitucional, integrando temas como la libertad de enseñanza; establecer un ciclo de educación básica obligatoria de nueve grados; y revisar los libros de texto gratuitos.
En tanto, en lo político los esfuerzos se concentraron en lograr la obligatoriedad de la enseñanza secundaria; desarrollar nuevos planes de estudio y libros de texto; promulgar la Nueva Ley General de Educación (1993); y avanzar en el proyecto de descentralización educativa, lo cual requería modificaciones en los procesos de profesionalización y de institucionalización del ámbito docente.
Las autoras señalan que varios de los debates que se abrieron en torno a esos aspectos continúan sin resolverse en la actualidad debido a la falta de infraestructura o a las condiciones laborales de los maestros. “En México las reformas educativas han desencadenado diferentes políticas educativas, producto de una negociación con el sindicato y no con la sociedad en su conjunto; a pesar de las múltiples modificaciones legales, no constituyen una garantía del reconocimiento de las voluntades públicas ni existen evaluaciones concretas”.
El rol de los organismos internacionales
Respecto al papel de los organismos internacionales como promotores de la inversión en educación, Barrón y Pontón plantean que “no se pueden considerar como homogéneas las intencionalidades de los diferentes organismos internacionales, ni sus objetivos ni sus agendas, así como tampoco los mecanismos de cooperación financiera y técnica”.
Existía una concordancia, en el discurso, entre el gobierno mexicano y los planteamientos de organismos como el Banco Mundial; en ambos, se hace explícito el desafío de modernizar los sistemas educativos, definiendo como prioridad la educación primaria, con el propósito de incrementar la calidad educativa y aumentar la capacidad de los recursos humanos.
La reforma curricular de 1997
El cambio en el plan de estudios pretendía fortalecer la formación para la enseñanza. El perfil de egreso de los licenciados en educación se definió a partir de competencias. Los contenidos se organizaron en asignaturas.
La puesta en marcha del Plan 1997 implicaba, para muchos docentes de las Escuelas Normales, desaprender lo aprendido en lo que se refiere a la modificación de sus concepciones y de sus prácticas cotidianas, debido, entre otras razones, al contraste con los planes de estudio anteriores en los que fueron formados.
Ante la interrogante sobre cuál ha sido el impacto de las reformas en las prácticas escolares, Barrón y Pontón responden que “los proyectos de reforma no cambian los mecanismos y procesos del funcionamiento escolar per se; no basta con introducir cambios institucionales ni intentos por mejorar las capacidades de gestión ni con adoptar sistemas de medición de calidad y evaluación de los resultados del aprendizaje ni la implementación de nuevos contenidos curriculares ni la instrumentación de programas de incentivos a los docentes”.
Las medidas tomadas hasta este momento han fracasado, concluyen las autoras de este capítulo, pues falta mucho para mejorar la equidad, la calidad de la enseñanza y, en general, elevar el rendimiento interno del sistema educativo. El reto no es sólo para los docentes, advierten las investigadoras, ya que no se trata únicamente de las condiciones del gremio magisterial o del impacto de un ejercicio profesional; existen también otros factores a tomar en cuenta, como las características de las carreras docentes y su relación con el mercado de trabajo, los salarios, el cambio generacional, así como los procesos de confrontación entre los sindicatos y las autoridades educativas, que por lo general implican graves conflictos entre sindicatos y gobiernos.
Enfoque institucional ante la reforma de los noventa
Laura Rodríguez del Castillo pretende, en “La reforma de la Escuela Normal de 1997. Una mirada desde lo institucional”, “visualizar la reforma de las Escuelas Normales desde el orden de lo institucional para alejarse de inclinaciones que buscan, en algunos casos, magnificar este proceso o, por el contrario, satanizar este tipo de acciones. A nuestro juicio [señala], el proceso de reforma significa una oportunidad para continuar reaprendiendo de las experiencias de cambio para la formación del magisterio”.
El Programa para la Transformación y el Fortalecimiento Académico de las Escuelas Normales (PTFAEN) tiene el propósito de lograr la mejora sustancial del funcionamiento de la Normal para alcanzar niveles óptimos en los procesos de formación.
Según el propio planteamiento de la SEP “el espíritu del programa es el rescate de las Escuelas Normales, con la intención de que sigan siendo las formadoras de maestros de la educación básica, que sus egresados se encuentren en condiciones de responder a las necesidades que se plantean en la educación básica: educación suficiente para todos, de alta calidad formativa y que procure la distribución de sus beneficios con equidad”.
Sus líneas de acción son: reforma a los planes y programas de estudio para la formación inicial de maestros de educación básica; formación y actualización del personal docente y directivo; mejoramiento de la gestión institucional; regulación del trabajo académico de los maestros de las Normales; evaluación de las Escuelas Normales y regulación de los servicios que ofrecen.
Análisis institucional
La autora explica que en el centro de atención del análisis institucional –surgido en Francia en la década de los sesenta– “se ubica la comprensión del fenómeno social y los efectos que éste tiene en las personas, ya sea en el nivel individual o de grupo; su abordaje se practica desde diferentes posicionamientos, lo que a la larga habría de caracterizar a esta propuesta por su amplitud y complejidad”.
“La escuela como institución se nos presenta como una realidad compleja, imposible de ser analizada desde una perspectiva que la considere como espacio homogéneo, sin contradicciones y al margen de las condiciones y la estructura institucional que delimita la participación de sus actores”, explica.
Sobre la concepción y función tradicional que ha caracterizado a la Escuela Normal como formadora, Rodríguez advierte:
Se ha construido un discurso legitimador del ser de las Normales que las mantiene atadas a esa tradición que las inmoviliza, aun cuando no negamos, ni desconocemos, que algunos sectores dentro del magisterio han sostenido largas luchas de reivindicación; momentos que para el análisis institucional están referidos al proceso dialéctico de lo instituido y lo instituyente.
Si bien la nueva propuesta para la formación de maestros se inscribe en un esquema más amplio de transformación para las Escuelas Normales, señalan “que nuevamente el peso fundamental se otorgó al cambio curricular”. Aunque el plan de estudios constituye una estrategia para dar cabida a la consolidación de las perspectivas de formación que este mismo pretende, estipula que formadores y alumnos cumplirán roles nuevos, convertidos en nuevas relaciones y en el desempeño de otras funciones, lo cual “no es condición suficiente para que suceda”, pues está en juego “una dinámica que rebasa lo estrictamente propuesto”.
Para la investigadora de la UNAM, actualmente las Escuelas Normales enfrentan el reto de operar la reforma de 1997 y tendrían que realizar diferentes ejercicios de reflexión “sobre su situación en la sociedad contemporánea y las cada vez más aceleradas transformaciones mundiales a las que habrán de responder como formadoras del magisterio nacional”.
“Aun cuando los nuevos planes de estudio ya se pusieron en marcha en todas las Escuelas Normales y recuperan la función central de la formación de profesores, existe una gran desigualdad en cuanto a la apropiación que las comunidades académicas han hecho de tal sentido, así como del contenido y las prácticas para la formación. En todas las Escuelas Normales existen problemas relacionados principalmente con la gestión, el desarrollo del trabajo colegiado y la vinculación con las escuelas primarias y secundarias”.
“A pesar del poder o peso que tiene un ordenamiento o estructura institucional para los sujetos que en ella participan, son justamente los integrantes quienes hacen posible que una institución sea algo más que un simple reflejo de las normas y leyes que representan valores socialmente aceptados”, concluye Rodríguez del Castillo.
Referencias bibliográficas
Barrón, C., y Pontón, C. (2013). La reforma de la Escuela Normal de 1997. Algunas consideraciones críticas. En: Ducoing, P. (coord.). La Escuela Normal. Una mirada desde el otro, pp.191-221. México: UNAM (IISUE Educación).
Rodríguez, L. (2013). La reforma de la Escuela Normal de 1997. Una mirada desde lo institucional. En: Ducoing, P. (coord.). La Escuela Normal. Una mirada desde el otro, pp. 331-353. México: UNAM (IISUE Educación). Recuperado de: http://132.248.192.241/~editorial/wp-content/uploads/2014/10/La-Escuela-Normal.pdf
Fotografía del carrusel: Octavio Ortega. Detalle del mural Alegoría Nacional de José Clemente Orozco, ubicado en la Benemérita Escuela Nacional de Maestros, en la Ciudad de México. Fuente: http://uahoctavous.blogspot.com/2013/06/tesoro-escondido-restaurado.html