Dolores Miranda
Aunque es cierto que los adultos aprenden de forma diferente a los niños y a los jóvenes, ello no significa que lo hagan con mayores dificultades, sino que éstas son propias y particulares de este grupo. De hecho, la base de su aprendizaje adhiere a la visión constructivista propuesta por la Secretaría de Educación Pública (SEP) para la educación básica: el aprendizaje debe ser reflexivo, introspectivo y experiencial. El reto está en que el docente diseñe estrategias que cumplan con las expectativas del adulto y le permitan alcanzar sus metas —las cuales suelen estar ligadas a su vida profesional y ambiente laboral— de manera efectiva e inmediata.
En los últimos años, la tendencia en educación para adultos se ha concebido en México como “educación continua para la vida y el trabajo”; es decir, una herramienta orientada a lograr objetivos básicos, específicos e inmediatos, como obtener certificaciones, incorporarse al mercado laboral, obtener ventajas profesionales e incluso participar activamente en la educación de sus hijos. Existen distintas teorías en materia de educación para adultos; las más relevantes se enuncian a continuación.
La andragogía, teorizada por Malcolm Knowles (2014) en los años ochenta, de carácter ciertamente humanista, reposa en las capacidades, habilidades y potencialidades individuales. Esta estrategia educativa se basa en la motivación propia, el entusiasmo, el carácter o fuerza de voluntad, la necesidad de adquirir conocimientos, la experiencia (tanto laboral como personal) y la autonomía del estudiante adulto.
En 1990, Jack Mezirow (2000) introdujo el aprendizaje transformacional, el cual consiste en cambiar los esquemas mentales predefinidos de los adultos, de manera que, a partir de lo aprendido, conciban los conceptos desde otra perspectiva, particularmente una que les permita confrontarlos con sus creencias y concepciones previas. Ello impulsa al estudiante no sólo a asimilar conocimiento nuevo, sino también a reflexionar sobre él y compararlo con ideas preconcebidas. La dificultad del método radica en que el docente debe ser hábil en crear estrategias que despierten la curiosidad del educando, motivarlo a valorar lo aprendido y, sobre todo, a reforzar su pensamiento crítico.
La teoría del aprendizaje experiencial (Kolb, 1975) es la que más se asemeja a la impartida a niños de educación básica. Desarrollada por David Kolb, está fundada en la combinación de experiencias previas con nuevos conocimientos, es decir, en la contextualización del aprendizaje. Al observar las vivencias, el adulto reflexiona y analiza sus efectos y consecuencias, asimila y conceptualiza lo aprendido y, lo más importante, lo lleva a la práctica. Con ello, el estudiante genera nuevas experiencias que sirven de base para enriquecer su saber, mientras que las vivencias previas marcan la pauta que lo guiará en su proceso de enseñanza aprendizaje.
Estas teorías están orientadas a lograr el efectivo desarrollo educativo de las personas adultas. Para efectos prácticos, es indispensable que el docente las segmente y las adecue a las necesidades del estudiante o del grupo, de manera que le permitan construir herramientas de enseñanza, aprendizaje y evaluación eficientes. Es importante que las y los maestros no pierdan de vista los antecedentes de los alumnos y ahonden en su bagaje cultural —hábitos y valores, experiencia académica y laboral, etcétera—, con el fin de convertirlos en facilitadores de aprendizaje.
Según Márquez, López y Pichardo (2008), algunas de las estrategias más efectivas en la educación de los adultos son:
- Comunidades de aprendizaje. Sitio donde los adultos pueden compartir opiniones, experiencias y conocimientos previos, y recién adquiridos.
- Aprendizaje integral acelerado. Método que permite seleccionar las mejores alternativas para construir un ambiente óptimo al aprendizaje, enfocado en las necesidades particulares de los educandos, en especial en el manejo del tiempo que requieren los alumnos adultos.
- Método de casos. Consiste en abordar situaciones específicas de enseñanza aprendizaje vinculadas a la experiencia laboral del estudiante, con el fin de contextualizar el conocimiento. Es similar al método del aprendizaje basado en problemas (ABP), aunque con experiencias más específicas e individuales.
- Aprendizaje por autoconcepto. Se funda en la autodirección, mediante el uso de la voluntad individual y la disposición de aprender; parte de la experiencia como recurso de formación para relacionar y dar significado al conocimiento adquirido. Se centra en lo que se necesita aprender o saber, así como en la búsqueda del conocimiento y el desarrollo de habilidades y actitudes que lo propicien.
Si bien es cierto que algunas de estas estrategias pueden ser aplicadas a educandos de cualquier edad, las descritas parecen adecuarse con mayor facilidad a las particularidades de los adultos.
Enseñar a personas adultas representa un reto para las y los docentes, quienes además de procurar que alcancen los mismos niveles de logro que los estudiantes regularizados, deben enfrentarse con ideas preconcebidas, muchas veces arraigadas en la infancia, las cuales dificultan su labor. Algunos estudiantes deben confrontar lo que se les enseña con lo que ellos, a lo largo de su vida, han ido aprendiendo.
Por otro lado, maestras y maestros deben adaptar su curso a las necesidades individuales de sus alumnos e, incluso, brindarles un apoyo emocional distinto al requerido por los niños, pues no es raro que quienes retoman sus estudios —particularmente los que se reintegran en la educación básica— tengan vergüenza u otros sentimientos que dificultan su aprendizaje. La enseñanza en los adultos es compleja, mas no difícil ni mucho menos imposible.
Referencias
KNOWLES, Malcolm (2014). Andragogía: el aprendizaje de los adultos. Ciudad de México: Alfaomega Grupo Editor.
KOLB, David A. y Ronald Fry (1975). “Toward an applied theory of experiential learning”. En Carly L. Cooper (ed.), Theories of Group Process. Nueva York: John Wiley & Sons, 33-57.
MÁRQUEZ, Francisco, Laura López y Verónica Pichardo (2008). “Una propuesta didáctica para el aprendizaje centrado en el estudiante”. Apertura, 8 (8): 66-74.
MEZIROW, Jack (2000). Transformative Theory of Adult Learning. San Francisco: Jossey-Bass.