El retorno de lo político: educación y democracia en América Latina

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A través del análisis de resultados del Proyecto de Opinión Pública de América Latina y del Estudio Internacional de Educación Cívica y Ciudadana, Ricardo Cuenca, doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Madrid, aborda el problema de la calidad de la democracia en Latinoamérica y su relación con la educación.

Ricardo Cuenca
Instituto de Estudios Peruanos

El presente artículo nace de la constatación de que las democracias latinoamericanas han mostrado problemas de calidad en su desempeño más allá de las transiciones electorales. En este contexto, surge una pregunta: ¿cuál es la responsabilidad de la educación en el tema?

La noción de calidad de la democracia aparece a finales del siglo xx y principios del xxi como respuesta a una primera evidencia de dificultades en el desempeño de los regímenes democráticos en la región. No exento de polémica, el concepto nace como un campo de disputa entre modelos de democracia que buscan ser hegemónicos. Por un lado, están los modelos institucionales que sostienen que la calidad de la democracia supone legitimidad, capacidad de los procedimientos y buen desempeño de las instituciones políticas; por otro, los enfoques críticos que plantean que se relaciona con la prioridad de los mecanismos y espacios de participación en la vida política, así como con la calidad de las interacciones sociales.

Al margen de las discrepancias, ambas posturas comprenden la calidad de la democracia determinada por los niveles de estabilidad de la estructura institucional, el grado de ejercicio libre e igualitario de los ciudadanos y el funcionamiento legítimo de las instituciones y de los mecanismos democráticos (Morlino, 2005).

¿Cómo es la calidad de la democracia en América Latina?

La información obtenida del Proyecto de Opinión Pública de América Latina (lapop, por sus siglas en inglés) de los años 2016 y 2017 muestra un panorama poco optimista sobre la calidad de las democracias latinoamericanas. A partir de la construcción de un índice conformado por cuatro dimensiones —apoyo a la democracia, confianza en el gobierno, apoyo al sistema político y tolerancia política—, se observa una opinión medianamente favorable a la democracia (gráfico 1).

Índice de calidad de la democracia - Gaceta

La primera categoría, apoyo a la democracia, está definida como la preferencia por este sistema sobre otras formas de gobierno, a pesar de sus problemas. El gráfico 1 muestra cómo, de manera general, el apoyo a la democracia ha disminuido en un lapso de ocho años en los países de la región.

La segunda, confianza en el gobierno, se conforma por la confianza de la población en las instituciones políticas —congresos o parlamentos, presidencias de la república, partidos políticos y procesos electorales— y representa los índices más bajos de la consulta.

El apoyo al sistema político está definido sobre la base de las opiniones relacionadas con el respeto y la confianza en las instituciones públicas para llevar a cabo la tarea fundamental de proteger los derechos de los ciudadanos, así como por el grado apoyo al sistema político del país.

Finalmente, la tolerancia política comprende el respeto por formas distintas de acción y opinión por parte de los ciudadanos, a partir de la participación de quienes están en contra de los sistemas de gobierno. La información muestra que esta dimensión no ha sufrido mayores variaciones en el tiempo. Los promedios regionales entre 2008 y 2016 se mantienen.

En general, la gran mayoría de los países muestra opiniones favorables hacia el reconocimiento de alternativas de acción política de los ciudadanos, así como de diferentes maneras de participar en la vida política. Por ello, el promedio de los cuatro rubros que conforman nuestro índice de calidad de la democracia tiene como base los enfoques procedimentales e institucionales que la literatura en la materia tiene registrados. Los resultados muestran que, para la ciudadanía latinoamericana, la calidad de la democracia disminuye de 2008 a 2016. Fundamentalmente, este descenso se explica por la caída en el apoyo a la democracia —es decir, los ciudadanos empiezan a dudar si es mejor que cualquier otra forma de gobierno— y por el incremento en la desconfianza en los gobiernos, que implica desconfianza en parlamentos, partidos políticos, presidencias y elecciones.

¿Qué noción de democracia está detrás de la formación ciudadana?

Los estudios comparados más recientes sobre educación y democracia se enfocan en cómo los currículos escolares tratan el tema de la formación ciudadana (Cox, 2010; Cox et al., 2014; Magdenzo y Arias, 2015; orealc-unesco, 2017). De esta manera, complementan el campo del conocimiento que estuvo concentrado en temas generales vinculados con la administración del sistema —descentralización y autonomía— y la gestión escolar —formas y mecanismos de participación—. Últimamente, los aprendizajes en ciudadanía (pruebas estandarizadas) y las interacciones en el aula empiezan a formar parte de las agendas de investigación.

Los estudios coinciden en que los sistemas educativos de la región han incorporado una nueva y más completa normatividad en los currículos escolares. Es cada vez más probable encontrar temas de formación ciudadana en los planes de estudio.

Los aprendizajes de educación cívica asociados con la institucionalidad política —es decir, con los principios y valores cívicos, base valorativa de la vida democrática—, con el ejercicio formal de la ciudadanía y la participación democrática —roles y relaciones de las personas con el orden político— y con el conocimiento de las instituciones propias del sistema democrático son los más comunes en los currículos escolares.

No obstante, los aspectos de la formación ciudadana vinculados a la identidad, la pluralidad y la diversidad —bases culturales y simbólicas en las relaciones sociales—, a la convivencia y la paz —diálogo y resolución pacífica de conflictos— y a la economía, la protección del ambiente y la globalización tienen una baja prioridad en los currículos e incluso están ausentes en algunos países de la región.

De la misma manera, los planes de estudio presentan, en relación con los contenidos de formación ciudadana, una distribución inadecuada, tanto en las áreas curriculares como en los años de estudio; además, hacen un manejo esencialmente teórico de los contenidos.

Este enfoque tradicional de la educación para la democracia tiene limitaciones frente a los retos que conlleva la construcción de ciudadanías más complejas en el contexto actual. Por ejemplo, la educación ciudadana tradicional, basada en el aprendizaje de aspectos de la institucionalidad política, las normas estales y los deberes y derechos, se aleja de una visión ideal caracterizada por el énfasis en un doble foco: institucionalidad política y temas relacionales en las sociedades, especialmente los asociados con la diversidad identitaria, la participación política activa y el vínculo con el ambiente, entre otros. En la misma línea, los enfoques tradicionales no facilitan el desarrollo de competencias que incluyen metodologías participativas. De hecho, los temas institucionales, por ejemplo, son más conocimientos que competencias.

¿Qué tipo de sujeto político están formando los sistemas educativos?

En los últimos años, varios países de la región han emprendido evaluaciones estandarizadas sobre formación ciudadana y educación cívica. De manera general, los niveles de desempeño de los estudiantes latinoamericanos están por debajo del promedio internacional, aun cuando se advierten mejoras en los últimos años (gráfico 2).

Puntajes promedio del total de países - Gaceta

Alrededor de la mitad de los estudiantes sólo se familiariza con contenido concreto y explícito, y con ejemplos de características básicas de la democracia. El perfil general es el de un estudiante mejor preparado en lo normativo de la democracia que en lo crítico de la ciudadanía (gráfico 3).

Distribución de estudiantes por niveles de desempeño - Gaceta

Al explorar las opiniones sobre varios asuntos vinculados con la vida democrática, encontramos información valiosa. Por ejemplo, según se muestra en el gráfico 4, al preguntar a estudiantes de quince o más años —pertenecientes a Chile, Colombia, República Dominicana, México y Perú— si una dictadura se justifica cuando genera crecimiento económico, el porcentaje de quienes están de acuerdo se eleva a 70% y es el más alto entre varias preguntas asociadas con el poder de los gobiernos.

Actitudes sobre el poder del gobierno - Gaceta

Reflexiones finales

¿Por qué es importante el vínculo entre política y educación? Se propone responder en tres sentidos, pero antes es necesario indicar que se parte del supuesto de que la educación es un hecho político y —como tal— un instrumento que debiera transformar las realidades sociales (Freire, 1969); un espacio social de formación en valores y actitudes con implicaciones directas en la acción de influir en las personas; y es, por lo tanto, una actividad profundamente ética y política (Apple, 1996). Desde esta perspectiva, no es posible comprender la educación sin entender su participación en las construcciones sociales (McLaren, 1997).

Las instituciones educativas figuran entre los pocos espacios donde los estudiantes, jóvenes o adultos, pueden experimentar y aprender el lenguaje de la comunidad y la vida pública democrática (Giroux, 1993). Son, de alguna manera, espacios de formación de las “criaturas del Estado” (Bourdieu, 1997).

La comprensión de la democracia como parte del proceso educativo supone creer que el avance irreversible del reconocimiento de la diversidad dentro de un mismo grupo social genera, inherentemente, situaciones de conflicto que requieren el desarrollo de competencias para la gestión de los conflictos en contextos democráticos (Mouffe, 2003). En segundo lugar, la democracia estaría en riesgo si la educación no se compromete con la formación reflexiva de los futuros profesionales, con la finalidad de desarrollar pensamiento crítico, favorecer la disposición para el reconocimiento de un otro diferente y estar en capacidad de ponerse en el lugar del otro (Nussbaum, 2010). Finalmente, el pedagogismo, como una preocupación por el método antes que por el contenido mismo de la enseñanza (Enkvist, 2006) y como desplazamiento de la dotación de argumentos morales en la enseñanza (Postman, 1999), ha generado un vacío crítico en la educación; en palabras de Arendt (1993), ocasionó una crisis de autoridad.

Regresar a lo político en la educación significa contribuir —de manera distinta a lo actuado— a la construcción de un ideal de democracia cada vez más complejo, cuyo fin último sea la justicia social.

Referencias

Apple, Michael (1996). El conocimiento oficial. La educación democrática en una era conservadora. Buenos Aires: Paidós Ibérica.

Arendt, Hanna (1993). Between Past and Future. Nueva York: Penguin Books.

Bourdieu, Pierre (1997). Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción. Barcelona: Anagrama.

Cox, Cristián (2010). Informe de referente regional 2010. Oportunidades de aprendizaje escolar de la ciudadanía en América Latina: currículos comparados. Sistema Regional de Evaluación y Desarrollo de Competencias Ciudadanas. Bogotá: Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe.

Cox, Cristián, Martín Bascopé, Juan Carlos Castillo, Daniel Miranda y Macarena Bonhomme (2014). Educación ciudadana en América Latina: prioridades de los currículos escolares. Ginebra: Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura-Oficina Internacional de Educación.

Enkvist, Inger (2006). Repensar la educación. Pamplona: Ediciones Internacionales Universitarias.

Freire, Paulo (1969). La educación como práctica de la libertad. Ciudad de México: Siglo XXI Editores.

Giroux, Henry (1993). La escuela y la lucha por la ciudadanía. Ciudad de México: Siglo XXI Editores.

International Association for the Evaluation of Educational Achievement (iea) (2017). Estudio Internacional de Educación Cívica y Ciudadana. iccs 2016: los resultados latinoamericanos en una perspectiva internacional [en línea].

Latin American Public Opinion Project (lapop) (2017). The Political Culture of Democracy in the Americas, 2016/2017: A Comparative Study of Democracy and Governance, editado por Mollie J. Cohen, Noam Lupu y Elizabeth J. Zechmeister.
Nashville: Vanderbilt University.

Magdenzo, Abraham y Rafael Andrés Arias (2015). Informe regional 2015: Educación ciudadana y formación docente en países de América Latina. Bogotá: Banco Interamericano de Desarrollo-Fundación Antonio Restrepo Barco.

McLaren, Peter (1997). Pedagogía crítica y cultura depredadora: políticas de oposición en la era posmoderna. Barcelona: Paidós Ibérica.

Morlino, Leonardo (2005). Democracias y democratizaciones. Ciudad de México: Centro de Estudios de Política Comparada.

Mouffe, Chantal (2003). La paradoja democrática. Barcelona: Gedisa.

Nussbaum, Martha (2010). Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades. Buenos Aires: Katz.

Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe-Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (orealc-unesco) (2017). La formación inicial docente en educación para la ciudadanía en América Latina. Análisis comparado de seis casos nacionales. Santiago de Chile: orealc-unesco.

Postman, Neil (1999). El fin de la educación. Una nueva definición del valor de la escuela. Barcelona: Octaedro.

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Tags: Gaceta No.12

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