El sistema educativo: reflejo de la comunidad

“Hasta que su gobierno ―el mexicano― y el mío ―el norteamericano― reconozcan que la calidad no sólo se trata de arreglar las escuelas, sino también de mejorar las comunidades, y hasta que no se generen cambios en esas comunidades, los niños nunca van a tener éxito”, dice David C. Berliner, profesor emérito de la Universidad de Arizona.

Evaluar no es sencillo

Entrevistado durante el simposio “Temas clave de la evaluación de la educación básica. Diálogos con la Academia Internacional de la Educación”, organizado por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) y el Departamento de Investigaciones Educativas del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (DIE-Cinvestav) en septiembre de 2016, David C. Berliner, aborda el abanico de variables a considerar cuando se habla de evaluación docente:

—Evaluar a los docentes en salones de clases es enormemente complejo porque las variables cambian cada minuto. No es como evaluar a un dentista, con los aspectos de evaluación bien delimitados. Evaluar docentes es una tarea ardua porque su trabajo se da en un ambiente inestable. Hay que tomar en cuenta a los alumnos presentes, a los ausentes, a los que actúan de manera diferente porque tal vez ese día no comieron; en qué momento del plan de estudios se encuentra el docente, si está a mitad de una lección o en el inicio. La evaluación de la enseñanza depende de cómo se mire a los alumnos dentro del salón de clases, qué estrategias aplican los docentes para controlarlos, de qué manera ejercen la autoridad o qué libros utilizan. Son muchas variables.

”Además, hay que considerar el contexto en el que se desenvuelven los niños y tomar en cuenta los factores de la comunidad en la evaluación.

”Se pueden analizar escuelas similares, por ejemplo, las rurales, y ver las condiciones de aprendizaje. Si una tiene mejores resultados, hay que investigar qué es lo que está haciendo. Hay que poner en contacto a estas escuelas, que los docentes platiquen y, ¿por qué no?, que trabajen juntas”.

Consideraciones frente a la evaluación educativa

Berliner, quien ha impartido cátedras en las universidades de Massachusetts y Stanford, en Estados Unidos, así como en Australia, Canadá, Países Bajos, España y Suiza, explica que las brechas en el aprendizaje inician durante los primeros años en la escuela y siguen presentes después de una década, porque las condiciones en las comunidades no cambian:

—Hay que considerar si se utilizarán datos sobre el desempeño de los niños como medida de logro de las escuelas o de los docentes. Este tipo de resultados no están en función del desempeño de unas u otros, son el reflejo de la comunidad, dependen de los ambientes en los que viven los niños y las familias, y se relacionan con los valores y con la educación de los padres.

”Así es que hasta que su gobierno ―el mexicano― y el mío ―el norteamericano― reconozcan que la calidad no sólo se trata de arreglar las escuelas, sino también de mejorar las comunidades, y hasta que se generen cambios en esas comunidades, esos niños nunca van a tener éxito. Nunca. Hasta ese momento no habrá una mejora real.

”Mientras no se haga nada en la vida social de estas comunidades, la situación en las escuelas no va a mejorar. Puede haber excepciones, que una escuela de pronto lo haga mejor o que un niño haya salido de la pobreza. Pero, la verdad es que la regla supera estas excepciones, y la regla es que si hay niños pobres en barrios pobres, y niños que conviven con otros niños pobres en la escuela, ellos van a tener un pobre desempeño, no van a triunfar. Esa escuela no va a funcionar, y no se puede culpar a los maestros. Ni aunque traigan a otros maestros, ni porque estén más de cinco horas ‘aprendiendo’, de todos modos, no va a funcionar, porque los problemas no están dentro de la escuela, sino fuera de ella.

”Algo que hay que resaltar en este contexto, es que, si se evalúa a los docentes, se deben evaluar los requerimientos de su trabajo; observar su desempeño en las aulas y el trabajo que está detrás; valorar cómo se preparan para dar clases, por qué toman cursos, cómo imparten matemáticas e historia, y si conocen la Constitución Mexicana, entre muchos otros aspectos. Evaluar a los docentes en función de lo que aprenden los niños es erróneo porque no depende de los maestros, sino de la comunidad en la que viven.

”Es mucho más difícil evaluar a los docentes sin ir al aula. Hacerlo, por cierto, es bastante caro, pero es necesario ver cómo enseñan. Se necesita una estructura que permita evaluar dentro de las aulas, con docentes reconocidos como ‘grandes maestros’ que sean observadores. Por otro lado, si se evalúa en las aulas, debe asegurarse que la evaluación incluya la retroalimentación, es decir, informar a los maestros cómo pueden hacer mejor su trabajo y, por tanto, invertir dinero en procesos de actualización que les permitan mejorar su desempeño.

”Si lo que se quiere mejorar es el sistema de enseñanza, lo primero es conocer el ambiente de enseñanza (ser observador); luego, hablar sobre lo que se busca mejorar. Para esto hay que invertir. Es como cualquier otro proceso de cambio, lo puedes aprender solo, pero es mejor si contratas un maestro que te apoye.

”Eso también vale para los propios maestros: su desempeño será mejor a través de un sistema de acompañamiento».

”Una de las principales peticiones de los docentes en el mundo que actualmente se están evaluando es que no sólo sea a través de un examen, quieren ser observados. El examen es absolutamente equivocado. Si le preguntas a una persona en la calle si hay que evaluar a los docentes a través de lo que los niños aprenden, dicen que sí. Es perfectamente lógico. Pero esta persona lo que no sabe es que hay muchos factores que intervienen en el proceso de enseñanza y que estos exámenes no consideran qué pasa con el ambiente en el que el maestro enseña».

”Por otro lado, a través del ejercicio de la observación, la evaluación se vuelve más sensible a la realidad de los docentes, acepta que las condiciones son diferentes en cada caso”.

Dos propuestas para escuelas en contextos vulnerables

El investigador y catedrático que presidió la Asociación Americana para la Investigación de la Educación (AERA, por sus siglas en inglés) describe dos modelos que pueden apoyar a las escuelas en contextos vulnerables:

—Uno es el Cross-Age Tutoring que casi no involucra recursos. La propuesta es tener a los grupos trabajando juntos, el de segundo con quinto, el de sexto con tercero, etcétera. En las escuelas pequeñas el maestro puede trabajar con todos los grados. Los grupos de los pequeños son enseñados por los más grandes. Esta sería una política recomendada para las escuelas multigrado.

”El otro es el Funds of Knowledge, (Fondos de conocimiento), dirigido por Luis Moll, y desarrollado en un barrio muy pobre en Tucson, Arizona, en una escuela con niños hispanos en situación vulnerable y con un desempeño bajo. Este modelo parte de la recuperación de los conocimientos que se producen al interior de la comunidad y rescata los saberes de las familias, como hacer tortillas, elaborar objetos con hierro o arreglar computadoras. El objetivo era construir una escuela alrededor de este contexto de fondos de conocimiento. Pasaron dos cosas con este sistema. Por un lado, los niños locales se sintieron más integrados y cómodos con la comunidad escolar y, por otro, sintieron que sus papás, tíos y demás familiares son importantes por el conocimiento que poseen. Este modelo es un estímulo importante para que los niños se sientan más en confianza en su escuela”.

Diversidad cultural, lingüística y étnica

Autor de más de 200 artículos y de libros como Daño colateral, en coautoría con Sharon Nichols, sobre la corrupción de los profesionales de la educación a través de exámenes de alto riesgo, Berliner analiza la inclusión lingüistica y su efecto en las evaluaciones.

—Es más fácil evaluar a los niños si los sitúas en su contexto. No es que el niño llegue al primer año y de pronto entienda todo en español. Se requiere un programa de transición lingüística. En Arizona tenemos uno que es terrible. Pero hay estados donde lo hacen mejor, como California, que tiene un programa de transición lingüística bilingüe para que que los alumnos se integren en tres o cuatro años. Es un sistema más humano para los niños que vienen de México o Guatemala. En Estados Unidos tenemos unos diez mil inmigrantes que provienen de la frontera sur. Lo que se intenta es que la escuela los cobije, les tenga paciencia, sea humana con ellos, les proporcione un sistema de tutoría, les dé acompañamiento. Hay que invertir en un programa de transición rápida.

”Todos sabemos que, si este año se integran dos alumnos que no hablan el idioma, los resultados serán más bajos en las evaluaciones. Tenemos un sistema educativo que premia la crueldad, porque está en juego el trabajo de los maestros. Así que, para empezar, tenemos que diseñar un sistema en el que todos quieran a estos niños.

”Una de las soluciones sería que estos niños quedaran fuera de los exámenes de evaluación mientras cursan su período de transición. De otra forma, la baja de resultados influirá en las decisiones de los maestros para penalizarlos o tener cierto resentimiento. Pero, por ejemplo, un programa para fomentar la relación de las familias con los maestros y las escuelas no implica mucho dinero. Así que un poco de recursos extra para los docentes, podría cambiar mucho las cosas para los niños”.

Participación de los docentes en las estructuras burocráticas

Berliner, miembro de la Academia Internacional de Educación (IEA, por sus siglas en inglés), aporta también una propuesta de inclusión docente en el organigrama que define las políticas educativas:

—En el sistema australiano, que no es un sistema educativo excelente, pero que es bueno, hay un programa en el que se eligen algunos docentes para colocarlos, principalmente, en estructuras burocráticas del sistema educativo. Así, éste se compone por un tercio de funcionarios permanentes y dos tercios de docentes “practicantes” que después de dos años vuelven al aula. Lo interesante es que esos docentes reales trabajan temas del currículo y la evaluación pero no se burocratizan. El objetivo es que ayuden en la toma de decisiones sobre los temas que les atañen . Eso cambia la idea de los docentes sobre el sistema educativo y la forma en la que se relacionan con éste. Es un proceso socio-psicológico diferente.

Economía y educación

Finalmente, Berliner establece la indispensable relación entre educación y recursos monetarios:

—Si se quiere evaluar a los docentes y a las escuelas, se requiere evaluar a quien está detrás de ellas. Se pueden tener estupendas leyes que dirijan a la mejora, pero si no tienes recursos para hacerlo, no habrá resultados. No puedes hacer nada.

”Así que las autoridades educativas tienen que actuar en dos sentidos, si quieren que la educación vaya bien. Una es destinar dinero a la mejora; la otra es rendir cuentas. De esta forma, la rendición de cuentas es en dos sentidos: escuela-comunidad y escuela-gobierno. Tú, gobierno, me das este mandato; pero si no me das dinero, no esperes que lo cumpla.

“Es necesario que la gente dedique más atención y dinero a la educación. Se requieren sistemas educativos que contribuyan tanto a la democracia como a las industrias. Es decir, el gobierno siempre habla de las escuelas y de su contribución con la productividad, pero también hay que verlas como incubadoras de la democracia”.

Entrevista: Treisy Romero Celis.
Traducción a español: Lizbeth Torres Alvarado

“Entre Escila y Caribdis: usar pruebas de desempeño estandarizadas o métodos de observación para evaluar a los maestros”, video de la conferencia de David C. Berliner en el marco del simposio: ver

Blog de David C. Berliner: http://berliner.faculty.asu.edu/wordpress/

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