Por Verónica Garduño G.
13/05/2019
Guardar silencio, soportar castigos, quedarte en tu lugar, no cuestionar las indicaciones del maestro y no interactuar con tus compañeros eran normas básicas en la escuela; probablemente en nuestra época escolar nos tocó observarlas y, en la medida en que lo hacíamos, éramos considerados buenos o malos estudiantes.
En la actualidad, profesores e investigadores han advertido que permitir otras formas de relacionarse y experimentar enriquece el aprendizaje y la convivencia escolar. De hecho, en años recientes se ha considerado a esta última como un elemento fundamental de la calidad de la educación.
Para establecer en la escuela ese nuevo tipo de relación la seguridad en el otro es fundamental. Sin embargo, no es sencillo lograr que maestros y alumnos se tengan mutua confianza, debido no sólo a lo que ocurre en la escuela sino en la sociedad en general.
Nelia Tello, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), considera que la desconfianza permea a toda la sociedad. Para la coordinadora del Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Violencia Escolar los niños no creen ni en sus padres ni en sus maestros, pues dicen una cosa y hacen otra, generando incertidumbre.
Con el propósito de que la convivencia en la escuela sea óptima debe propiciarse la confianza entre todos los actores educativos: alumnos, profesores, directivos y padres de familia. Por ello, Miguel Bazdresch investigador del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente define la confianza como la puerta de entrada a la convivencia, pues abre la posibilidad de relacionase con los otros.
¿Por qué es tan importante la buena convivencia escolar? Porque con ella se genera un clima propicio al aprendizaje y al desempeño de las funciones de cada miembro de la comunidad. Lamentablemente, no hay un manual ni fórmulas mágicas en este terreno: a convivir no se enseña en ningún lugar, sólo se logra a través de una práctica capaz de impulsar un círculo virtuoso.
La escuela no está exenta de la inseguridad y la descomposición social que vivimos; para contrarrestarla, Cecilia Fierro investigadora de la Universidad Iberoamericana, León propone la creación de comunidades hospitalarias, donde se incluya a todos y exista aceptación, integración y confianza. La académica coincide con quienes consideran que la confianza es el valor nuclear de la vida en las escuelas; la define como un indicador del poder de actuación que tenemos para manifestarnos, expresarnos y actuar.
También hay otros elementos indispensables para la buena convivencia escolar:
- el respeto, escuchar y tomar en cuenta lo que las demás personas quieren;
- la comunicación, expresar con claridad la voluntad y el pensamiento;
- el cuidado, a través del cual le damos importancia a la otra persona;
- la responsabilidad, capacidad de cumplir con los compromisos que adquirimos respecto a los demás;
- y el reconocimiento, aceptación de los logros ajenos y de los propios.
En resumen: sentirse parte de una comunidad.
Para lograr que estos valores sean cotidianos en la escuela, es necesario cultivar las habilidades sociales y emocionales, olvidadas por muchos años en nuestros centros de estudio. En opinión de Alfredo Furlán en la escuela se realiza la construcción de la ciudadanía, no sólo en el discurso sino a través de acciones.
Para hacer frente y superar situaciones de violencia es fundamental:
- la participación del alumnado en la discusión del problema,
- tomar las medidas necesarias tendentes a disminuirlo,
- vigilar el funcionamiento de las medidas aplicadas y evaluarlas periódicamente.
Si requieres más información sobre el tema te invitamos a consultar La convivencia escolar en las escuelas primarias de México, los resultados del Estudio Internacional de Educación Cívica y Ciudadana 2016, así como la publicación Convivencia y disciplina en la escuela. Análisis de reglamentos escolares en México.
Referencias
CARBAJAL, Patricia (2016). “Educación para una convivencia democrática en las aulas. Tres dimensiones pedagógicas para su análisis”. En Neila Tello y Alfredo Furlan (coords.), Violencia escolar: aportes para la comprensión de su complejidad, 52-81. Ciudad de México: Escuela Nacional de Trabajo Social-UNAM.
FIERRO, Cecilia (2013). “Convivencia inclusiva y democrática. Una perspectiva para getsionar la seguridad escolar”. Sinéctica, revista electrónica de educación 40 (enero-junio).
PERALES-FRANCO, Cristina, Eduardo Arias-Castañeda y Miguel Bazdresch-Parada (2014). Desarrollo socioafectivo y convivencia escolar. Guadalajara: Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente.
BOLETÍN UNAM (2016). “La violencia escolar, un problema de todos”. Boletín UNAM-DGCS 058bis (enero) (en línea).